Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 74ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, CÓRDOBA, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Y ahora, entra Conmigo en el Huerto Getsemaní y revive junto a tu Maestro lo que Él vivió en carne propia, lo que aún nadie conoció, ni siquiera Yo mismo revelé al mundo a través de ningún vidente.

Pero ahora, todos entrarán a ese huerto, al huerto espiritual de Mi Corazón y allí vivirán Conmigo lo que Yo vivo por ustedes, lo que Yo siento de este mundo y todo lo que las almas buenas pueden hacer para aliviar verdaderamente al Corazón del Redentor.

Hoy vengo a compartir una Faz  no conocida. Mientras les hablo mantengo Mis Ojos cerrados. Y, así, los invito a cerrar sus ojos y a entrar dentro del templo de su corazón porque será el portal para ingresar dentro del Huerto Getsemaní.

Y aferrados a Mi Cruz, confiando en todo lo que les digo, traeré para sus consciencias lo que muchos vivieron Conmigo en los planos internos, durante aquel tiempo, cuando su Maestro y Señor estuvo en la Tierra no solo predicando la Buena Nueva, sino trayendo a la humanidad un Amor inconmensurable e infinito, una Gracia eterna que los pudiera salvar y redimir.

Ahora, en este ejercicio de meditación y de introspección, crucen el umbral de su corazón y dejen en este momento que sus almas los guíen. Dejen a un lado su personalidad, su temperamento o su ego. Dejen que la luz de sus almas pueda gobernar este momento, y en esta profunda e íntima comunión puedan revivir junto Conmigo, conscientemente, lo que su Maestro padeció y vivió por el mundo.

No les traigo esta revelación para hacerlos temer o amedrentarlos. Les traigo esta revelación para fortalecer sus corazones en este tiempo crucial, para que vivan un sacrificio semejante al que Yo viví por ustedes y por el mundo; un sacrificio completamente colmado del Amor de Dios y de la Gracia.

Ahora caminen dentro del huerto, guiados por la luz de sus almas y espíritus. Y en lo profundo de ese huerto, en el árbol más sencillo y simple, vean a su Maestro y Señor arrodillado, contemplando la luz de la noche, a pesar de las tinieblas, de las pruebas, de cualquier dificultad.

¿Qué fue lo que llevó a vivir ese gran sacrificio por el mundo, el cual aún no fue recompensado por los hombres, el cual aún no fue valorado por la mayoría de las almas?, ¿cuál es la esencia de ese misterio, de ese sacrificio y de esa entrega?

Pregúntense internamente y sientan cómo, desde dentro de ustedes, surge y se manifiesta la respuesta.

La respuesta no es una forma ni un pensamiento. Es un profundo sentimiento de Amor, un Amor que movió a todo el Universo y que lo sigue movilizando para la redención de las almas y de los corazones.

Este es el huerto del padecimiento de su Señor. ¿Quién se asemejará a este sacrificio vivido por Mí? ¿Quién cargará junto Conmigo la cruz del mundo?, ¿se lo han preguntado?

Su sangre no se derramará como Mi Sangre. Sus martirios no serán como Mis martirios. Pero el silencio del corazón y la conexión con el alma serán la fortaleza inquebrantable para superar los tiempos y las pruebas, guiados por la luz de la perseverancia, la fortaleza de la fe y la confianza en lo que es desconocido.

Así, una Ley Suprema los regirá y serán conducidos dentro de esta trayectoria cósmica al reencuentro de su verdadero origen, de su verdadera realidad y del motivo de estar aquí, en este tiempo.

Por eso, sigan un único camino, el Camino del Redentor, el Camino del único y venerable Maestro, que les trae la consciencia de la realidad para hacerlos partícipes de la Verdad, en donde en este tiempo todo está en juego.

Veneren este momento del Huerto Getsemaní como la oportunidad de la rendición de sus corazones y de la entrega total de sus vidas al sagrado Plan del Redentor.

Y así como los ángeles Me dieron de beber del alivio, Yo les daré de beber de Mi Fuente, Mi Agua de Vida, cuantas veces sea necesario para que se puedan levantar, erguir y caminar firmes como Yo caminé por ustedes hasta lo alto de la Cruz, sabiendo que nada detendría ni impediría la realización de la victoria de su Maestro y Señor, venciendo la muerte y viviendo la Resurrección.

En este huerto, su Señor vivió sus padecimientos más profundos y desconocidos, los padecimientos que hoy vive el mundo. Y así podrán saber, compañeros, que no existen distancias ni límites entre las épocas o los tiempos, porque el eterno presente es la realidad de su Redentor, como debe ser la realidad de sus vidas en cada momento y situación.

No solo derramé Sangre de Mi Rostro y de Mi Cuerpo porque era un hombre igual a ustedes que estaba delante de una gran prueba, sino que al mismo tiempo estaba ante un gran misterio que era movido por el Amor de Dios.

Es eso lo que los debe hacer prevalecer en este tiempo para que nunca les falte el Amor Crístico que los impulsará a hacer todas las cosas y a cumplir todas las obras que serán necesarias en este tiempo para el rescate y la redención de la humanidad, para que muchas más almas tengan la gracia y la oportunidad de recibir el impulso del despertar y de tomar consciencia de la realidad en este momento, sabiendo que aún de muchísimos deberán caer los rostros de la ilusión; y los velos también caerán de la consciencia para asumir los lugares del Plan.

Es por ese Plan de Amor que trabajamos todos los días, un plan inmaterial que se volverá material por la ayuda y la colaboración de todos, por una fe que mueva más allá de la montañas y que haga concretar y realizar lo que Dios necesita en este tiempo, por una fe que los impulsa a seguir caminando, al igual que la Fe que moraba, y mora, en Mi Corazón en el momento más agudo y difícil de la Pasión.

Sean así representantes de Cristo en la Tierra y mantengan sus ojos en dirección al Divino Propósito porque así ese Propósito se cumplirá en sus vidas y más allá de sus consciencias. Ese Propósito concretará la Voluntad de Dios que aún muchas almas no quieren vivir por la ceguera de la ilusión y la indiferencia de muchas mentes.

Pero lo que hoy conquistaron aquí, a través de este trabajo de oración, no lo conquistarán en ningún otro momento porque las oportunidades son únicas en este tiempo y Dios está dando todo lo que tiene y un poco más a través de Sus Mensajeros Divinos para llevar a las almas a vivir la realidad de la consciencia y a estar prontos ante la situación de emergencia planetaria.

Es todo este trabajo de amor que hoy ofrecieron, en un punto máximo y elevado, que permitió ingresar en la consciencia del Huerto Getsemaní para que puedan tomar las mismas fuerzas internas, el mismo coraje y valentía que Yo viví por ustedes en aquel tiempo, sabiendo que todo lo que llegará a sus vidas, a partir de este momento, será un desafío y que ustedes únicamente vivirán lo que puedan superar; el Padre nunca les dará una prueba más difícil. Recuerden que Él es una Consciencia de infinita e insondable Misericordia.

Los aprendizajes de la vida, ustedes los generan por sus actos, por sus ejemplos y actitudes. Y allí aprenderán a tomar consciencia de lo necesario que aún es crecer interiormente y madurar espiritualmente en este momento crucial en el que todo, absolutamente todo, está permitido. Y eso es peligroso para la humanidad, porque es muy fácil salirse del camino.

Por eso, sigan un único camino, el camino que los llevará a Mi misericordioso Corazón porque allí siempre estarán protegidos y a salvo, siempre tendrán dirección y guía aunque no cuenten con nadie a su lado.

Confíen en esa dirección espiritual que Mi Corazón les ofrece y les puede entregar en este momento.

No existe miseria, obstáculo o desafío que no puedan superar, porque si Yo lo viví por ustedes, Yo les enseñé cómo hacerlo.

Estén atentos a cada momento de la vida y no pierdan la oportunidad de aprender y de crecer conscientemente. Y especialmente, no pierdan la oportunidad de amar porque el amor siempre los guiará, los protegerá cuando acepten definitivamente vivir en el Amor eterno de Dios para transformar completamente el amor propio.

Es ese amor propio que ha llevado a la humanidad a cometer muchos errores y a ejercer un poder que no le corresponde y que nunca le corresponderá.

Por eso, en el servicio y en la oración encuentran la Fuente del Amor de Dios y, aún más, encontrarán la piedad, la piedad que necesita el mundo para poder ser curado y redimido.

Eleven sus corazones a Dios en este momento. Y después de haber recibido la consciencia del Huerto Getsemaní, ingresemos ahora a la Gloria del Padre para que Él reciba sus intenciones y súplicas.

Y así como ayer se elevaron a Mi Iglesia Celestial, hoy sus vidas puedan ser parte de la Iglesia Suprema del Padre, no solo testimoniando el Amor de Dios sino la transformación de la vida, impulsada por el amor y por la fe.

Nos colocamos de pie, a Su pedido.

En esa profunda unión con Nuestro Señor del Huerto, con esa vivencia de amor incalculable que lo llevó a realizar esa gran tarea por la humanidad, de una forma semejante pero pequeña, ofrecemos nuestro ser, nuestro corazón y vida en las Manos del Redentor para que en este ofrecimiento, para que en este momento de consagración y de transustanciación, la condición humana sea transmutada y redimida a fin de que la luz del alma, en lo profundo de cada ser, gobierne en este tiempo y en este momento y despierte en las consciencias las Virtudes de Dios. Amén.

“Señor, Tú que creaste los elementos para la regeneración de la vida, frutos de la creación de Tu Consciencia, sublima y eleva este momento a fin de que los corazones puedan ingresar en Tu Iglesia Celestial. Amén”.

Bendecimos el altar.

Oración al Padre Celestial (se repite tres veces).

Invitamos a aquellos que puedan, a arrodillarse para la consagración de los elementos.

Antes de ingresar en el Huerto Getsemaní estaba en el Cenáculo con los apóstoles y muchos más, en los planos internos. Y a todos, sin excepción, los hacía beber de la Fuente, por medio de la institución de este Ministerio Sacerdotal y de este bendito e insondable Sacramento.

Por eso tomé el pan, lo elevé a Dios, lo partí y lo entregué a Mis apóstoles y a cada uno de ustedes, diciéndoles: “Tomen y coman. Este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados, Cuerpo que se entrega vivo y resplandesciente para ser llevado al matadero y para que ya no exista ningún otro Cordero que sea inmolado o sacrificado”.

Es en ese momento que, por la intervención de la Santísima Trinidad y de la Ley de la Suprema Gracia, se establece en esta consagración el Cuerpo de Cristo.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

En esa atmósfera creada durante la Última Cena, que era impulsada y guiada por el Amor de Dios, tomé el Cáliz, lo elevé y el Padre lo bendijo mediante la transustanciación de los ángeles. Lo pasé a los apóstoles, diciéndoles: “Tomen, este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza entre las almas y Dios, que será derramada por Su Señor para la remisión y el perdón de todas las faltas. Felices y bienaventurados serán los que se sirvan siempre de este Divino Sacramento”.

Y al sonar de las tres campanadas, se estableció y se transfiguró el vino en la Sangre Divina del Señor.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Te alabamos Señor y Te bendecimos.

Tomamos el pan y el vino y en profunda unión al Corazón de Jesús y ante Su Divina Presencia, unidos como un solo corazón, repetimos la oración que Él nos enseñó.

Oración: Padre Nuestro.

Y al sonar de siete campanadas establecemos la unión profunda y esencial con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Nos podemos poner de pie.

Y, así, la vida se renueva en las cosas más simples y humildes. Y en esa renovación es en donde las almas se animan a dar sus primeros pasos, guiadas por Dios e inundadas por Su divina confianza.

Hoy, quiero agradecer especialmente a todos Mis compañeros de Argentina, por haber confiado plenamente en su Maestro y Señor. Y recuerden que, a pesar de cualquier situación, circunstancia o momento difícil en su país, nunca se olviden del amor porque el amor siempre los protegerá del mal y será ese amor que los moverá a amarse, cada día más, entre hermanos.

Y unidos, como una sola familia espiritual, que se puedan ayudar mutuamente los unos con los otros, sea de una forma material, mental o espiritual.

Que esta generosidad y fraternidad humana pueda ir más allá de Argentina y especialmente colmar a toda Sudamérica porque, como parte de esta humanidad y de este planeta, esta región del planeta también vivirá su transición y su purificación.

Pero sepan que si Yo estoy aquí, y no estoy por ejemplo en Israel o en algún otro lugar del planeta, es porque la Voluntad de Dios aún es desconocida por ustedes. Y esa Voluntad no solo mueve el Universo y todas las consciencias, sino que es una Voluntad que, a pesar de ser misteriosa y silenciosa, viene a establecer en Argentina y en Sudamérica un Propósito Mayor.

Les agradezco, compañeros, por haber respondido a este sagrado llamado de Mi Corazón, por haber demostrado a su Maestro y Señor y a nuestro Padre Eterno, su más sincero y verdadero esfuerzo. 

Que este esfuerzo en la caridad y en el bien humano se pueda propagar más allá de las fronteras.

Y nunca olviden que tengo, especialmente, un Amor predilecto por Argentina y eso es los que Me hará regresar aquí, cuando Yo retorne al mundo.

Que así sea.

En el nombre del Amor y de la Paz que el mundo entero y todos los que escuchan la Voz de su Maestro y Señor en cualquier parte del mundo sean bendecidos y colmados por la Luz del Espíritu Santo y que la Paz esté en sus corazones, en sus familias, en sus pueblos y naciones, que puedan seguir siendo portadores de la Paz y que la Paz venza el mal para siempre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En unión, por la paz en Argentina y en el mundo entero, en fraternidad y gratitud se darán el saludo de la paz.

Les agradezco y hasta la próxima vez.

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 31.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

He visto a muchos de los presentes en el desierto de Shambala respondiendo una vez más a Mi Llamado, en el nombre de Mi Padre que está en los Cielos y que los reúne en este Propósito de Amor y de redención de la humanidad.

Hoy Mi Corazón Glorificado se ilumina al recibir las respuestas de las almas que se congregaron en torno a este oratorio para rezar al Padre Universal, al Infinito, al Único. Por eso hoy extiendo Mis Brazos hacia ustedes, y en donación les entrego Mis Manos para que reciban de lo profundo de Mi Espíritu los Rayos de Mi bendición paternal, de Mi Amor Misericordioso.

Hoy Mis Ojos lloran no solo por la tristeza del mundo, por el padecimiento, por el caos, por la aniquilación humana, sino que también Mis Ojos lloran porque Mi Espíritu se regocija de los rebaños que Me escuchan verdaderamente y que, más allá de sus intenciones y de sus pruebas, responden al Pastor que los ha congregado en este desierto de Shambhala para descubrir el propósito interior en cada ser, en cada uno de Mis hijos, de Mis compañeros.

Gracias al esfuerzo de todos y a la recepción que han dado a Mi Sagrado Corazón, es que esta obra se expandirá aún más. Y eso exigirá de todos ustedes, compañeros, una cordial confianza en los proyectos de Mi Padre y en los pedidos de los Mensajeros Divinos, los que interceden por ustedes y por millones de almas en el mundo a través de esta Obra Universal. Porque es el Universo que los congrega, que los une, que los reúne en el nombre del Señor, Dios Todopoderoso.

Y aun en sus flaquezas Mi Espíritu los colma, los vivifica, los renueva para que puedan seguir adelante.

Si hoy, en este Centro Sagrado de oración, dedicado a los Sagrados Corazones de Cristo, de María y de San José, hay más de quinientas almas congregadas, ¿cuántas almas ustedes creen que habrán, en este momento, unidas a Mi Corazón Misericordioso y a través de este encuentro?

Es por eso que les he pedido que vinieran aquí. Pero, no quiero que sientan aflicción los corazones que no pudieron llegar, porque si los corazones orantes del mundo están unidos a Mi Corazón, ellos también están aquí. Pero aquellos que tuvieron la Gracia de venir hacia Mi encuentro, también para recibir Mis Gracias, es porque el Universo les demuestra que es posible donarse más y cada uno salir de su propio lugar. Porque en verdad, compañeros, nunca pierden nada, sino ganan los tesoros del Cielo, que están disponibles para los corazones receptivos al llamado del Hijo de Dios.

Si Yo los uno a todos en Shambala es para renovar los votos originales que hicieron con Mi Espíritu Crístico en el Getsemaní, en la plaza de la flagelación, a las puertas del sepulcro o en la Ascensión.

¿Cuántos de ustedes retoman lo que han dejado atrás Conmigo?

Y, amorosamente, Yo les traigo este recuerdo, compañeros, porque sus espíritus deben participar, vivamente, de esta obra corredentora que prepara el retorno de Cristo, vuestro Señor, en esta hora crucial del planeta.

Por eso, Yo los he llamado a Shambala, para que pudieran retornar al corazón del Corazón, a la esencia de la Esencia verdadera, al principio original de ustedes, a la pureza.

Hoy, los rayos expandidos por Mí los unen a todos a Mi Sagrado Corazón y así les demuestro que Mi Obra se realiza de diferentes formas y por diferentes caminos, cuando estos obedecen a la Ley del Señor y no se involucran con otras cosas que no sea la vivencia del Sagrado Corazón de Jesús o del propio Padre Celestial, que los ama y los reúne nuevamente.

Y así, como Me han respondido en este día de Misericordia, en el que el Infinito se aproxima a la humanidad para recordarle que debe arrepentirse, soltar las riendas y caminar libre en el sendero de la redención, es que Yo los estoy llamando a concretar Mis Obras, a abrir sus brazos, a expandir sus corazones en el Amor de Mi Corazón vivo para que más almas se congreguen. Las almas que siguen a Dios por otros senderos, senderos que se encuentran en el espíritu de todos los seres donde mora Dios, donde los reúne a todos, sin separación ni diferencias, sin credos ni religiones, porque la verdadera religión es el Amor.

Es en el Amor donde ustedes deben religarse una y otra vez en estos tiempos finales, porque es el Amor de Dios que les permitirá ver las cosas y ayudar a aquellos que más necesitan en estos momentos tan difíciles. Es el Amor que también nace de Shambhala y que congrega a los autoconvocados para responder a la Jerarquía Celestial.

Ese es el camino que les ofrece la Jerarquía Universal para todos los que una vez fueron principiantes y que ahora ya son discípulos de Mi Misericordia. Es esa Misericordia que Yo quiero expandir sobre el mundo a través de sus corazones y de su vivencia viva sin fantasías ni formas, sin ilusiones ni engaños.

Quiero que sean rayos de Mi Corazón, definitivamente. Quiero que se decidan por un solo camino, el cual Mi Madre les ha ofrecido hace tantos años y de los que muchos no comprendieron lo que significaba y que después de todo lo que han vivido a través de los tiempos, de sus experiencias y pruebas han abierto sus ojos para reconocer que en esto no había nada oculto, no había ningún misterio, ninguna  interrogante, solo la esencia del Amor de los Sagrados Corazones que ingresaron a la consciencia devuestra obra a pedido de Dios Todopoderoso, para convertirlos en aquello que aún no han conseguido: ser verdaderos apóstoles de Mi Corazón.

Y ahora, compañeros, en este desierto de Shambala que les revela muchos tesoros, muchas señales de luz para el alma y el espíritu, ¿ustedes ya se creen Mis apóstoles?

Están siendo formados por Mí mismo para algo definitivo que desconocen. Pero por más que no comprendan, Dios siempre les mostrará Su Verdad en los pequeños detalles.

Si creen que Yo estoy aquí presente entre ustedes para amarlos una y otra vez, crean que están en el camino que fueron llamados a recorrer en este tiempo final.

A través de este retiro interior en Shambhala y por medio de la oración misericordiosa, los corazones se unen a Mi Espíritu y las obras se manifiestan para todos los que dicen “sí” a Mi sagrado llamado.

Mientras se purifiquen no desistan. Mis Pies no dejarán de caminar a su lado. Mi Corazón iluminará sus caminos y podrán ver en el horizonte la Estrella de Dios que los guía hacia el encuentro del verdadero refugio que brota de Mi Insondable Corazón.

Los preparo para realizar una obra planetaria a través de las misiones humanitarias, pues eso es solo una pequeña muestra de lo que el Plan puede realizar en estos tiempos. Pero aún es necesario más.

Sigan con valentía Mi Camino, porque en este día también Yo los preparo para que Me encuentren en la Sagrada Semana del mes de marzo, donde volveremos a reunirnos en este Centro Mariano de Aurora para dar un paso más hacia adelante, en la confianza absoluta de que con disposición de ustedes ,interior y espiritual, podrán unirse al Universo y traer hacia la Tierra lo que Él está donando para todos a través de Sus tesoros celestiales.

Quisiera compañeros, que todos los días levantaran los brazos hacia el Cielo, así como lo han hecho hoy, para confirmar Mi Misericordia entre ustedes y en cada parte del planeta. Porque a pesar de que las guerras continúen, y que las masacres se lleven adelante sin misericordia ni compasión en el corazón de los hombres injustos, Mi Espíritu Crístico en cada discípulo nunca morirá, porque quien cree en Mí, tiene vida eterna.


Señor del Universo, Padre Abba, que riges todos los mundos, dimensiones y planos, que vives intensamente como chispa de luz en todos los espacios, que Te expresas en las formas, elementos y vibraciones más sutiles, que Te unificas, Padre, a los espíritus que Te invocan, que Te haces presente para dar ayuda a Tus hijos, que Te reflejas y Te muestras en los elementos, en el viento, en el agua, en el fuego, en la tierra y en la vida, que Tu Espíritu colma todo lo que fue creado a través de Tu semejanza; es que hoy Te pido, Padre Abba, que ayudes piadosamente a los que se han autoconvocado, pues si desde el principio los llamaste para vivir Tu Obra, Te ofrezco nuevamente Mi Corazón Misericordioso y Glorificado para que los redimas.

Pues así como la lanza traspasó Mi Corazón para derramar Misericordia, hoy intercedo por ti, ante ti pequeño corazón, pequeño corazón humano, pequeña alma que debe vivir su divinidad y su ascensión. Intercedo ante el Padre Abba para que cumplas con tu parte en este Proyecto infinito del Universo.

Escucha, Padre, el clamor de los que pronuncian Tus Palabras en las oraciones diarias, escucha la voz de los corazones que sienten el amor de Tu Espíritu y de Tu Presencia invisible en todos los planos. Mas aléjalos, Padre, del gran adversario. Libera a las almas a través de las oraciones que ofrecen Tus hijos a Tu Corazón Puro y Grandioso.

No mires los errores del mundo. Que Tu Corazón no se lastime por los pecados de la humanidad, pero sí que Él se restaure a través del bálsamo orante de Tus hijos, que en fidelidad y fe aspiran a seguir Tu Camino.

Hoy intercedo entre el Universo y la Tierra, entre el Cosmos y las almas pidiéndote, Padre Amado, que les des fuerza y convicción para vivir Tu Plan, redención para purificar sus espíritus y un amor tan profundo, divino y verdadero que invada cada parte de sus cuerpos y de sus células, así, Padre, como Tú Me has colmado en la Resurrección.

Padre Eterno, si Tú te glorificas en Tu Hijo, glorifícate, Padre, en aquellos que Te escuchan.

Te ofrezco Mi Corazón para que sea el portal que conduzca a los corazones hacia el Propósito.

Cuando finalmente todos hayan despertado podré fundirme con Tu Espíritu, Padre Amado, y seremos uno con Tus hijos para siempre.

Amén.


Los espero en la Sagrada Semana para vivir un momento de renovación, pues este ya es el último tiempo que Yo vengo al encuentro de ustedes antes que todo suceda.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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