APARICIÓN DE SAN JOSÉ, DEL NIÑO JESÚS Y DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.

Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
 

En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.

Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.

En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.

Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.

Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos las Palabras de San José:
 

Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.

Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.

Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.

Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.

Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos a Nuestra Señora:
 

Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.

Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.

Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:


Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.

Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.

Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos a Nuestra Señora:


Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.

Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.

Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.

Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y oren por la paz.

Les agradezco. 


Hermana Lucía de Jesús:

Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.

Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.

Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.

Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.

A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.

Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.

Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.

Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.

Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.

La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.

Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.

San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.

Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.

Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.

Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.

Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.

Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.

Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía  en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.

Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.


Madre María Shimani de Montserrat:

No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.

Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.

Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.

Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.

Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.

Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.

Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.

Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.

Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.

¡Muchas gracias a todos!

Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.

APARICIÓN RESERVADA DE SAN JOSÉ, EN LA CIUDAD DE LIMA, PERÚ, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS, PARA EL ENCUENTRO DE ORACIÓN DEL 19 DE FEBRERO DE 2018

Así como en una gran ciudad, llena de un aparente caos, habita un desierto, así también, hijos, dentro de ustedes habita un gran y silencioso desierto. Y así como cruzan el caos de la ciudad, así como esperan pacientemente lograr llegar a los desiertos de este mundo, con paciencia, transiten por los desiertos del propio interior.

Sientan el caos que hay dentro de ustedes y cómo él es parte de la transformación humana. No hay tanto misterio cuando el corazón es capaz de mirar hacia sí mismo y autoconocerse.

Con el mismo coraje con el que sus pies caminan por este mundo, caminen con pasos internos por las sendas del propio interior, cruzando grandes ciudades en caos, en purificación, en transición, y lleguen a los desiertos, que no siempre son aquellos que esperaban ver.

Lleguen al desierto, en donde la paz se revela al corazón que es capaz de encontrar la Verdad sin temerle.

El desierto, hijos, solo le revela el vacío a los corazones que quieren estar vacíos. Por eso, hoy Yo los invito a ingresar en el desierto de su corazón, independientemente de donde estén, independientemente de la situación del planeta, del caos que se presente.

Ingresen en el desierto del propio interior y encuentren la paz. La paz de saber la verdad sobre sí mismos, la paz de saber la verdad sobre este planeta, sobre esta humanidad. Dejen de ser un misterio para su consciencia, porque no deben ser eternamente un misterio para sí mismos

La humanidad, hijos, no será desconocida eternamente. Todos pueden sentir que lo que saben sobre sí mismos no es lo suficiente, que no solo hay un origen por ser revelado, sino que también hay una Verdad presente, que tampoco conocen. Y esta es la hora de la Verdad, este es el momento en el que sus corazones están preparados para autoconocerse como criaturas de Dios, no solo como seres humanos.

¿Por qué les digo esto?

Porque el tiempo del despertar no es eterno. Existe un momento, un ciclo de la consciencia humana, en el que pueden conocer el caos y la Verdad al mismo tiempo.

Las situaciones planetarias y su gravedad despiertan a su consciencia, y el corazón aún tiene fuerzas para caminar hacia la Vida Superior, para mirar a Dios, tanto en el Universo, en el Cielo infinito, como en el propio corazón, reconocer las ilusiones de la vida y reconocer la Verdad.

Y, de esa forma, fortalecerse para un próximo ciclo, en el cual la purificación se apoderará de la consciencia humana, y ya no será posible despertar y tener fuerzas para caminar al mismo tiempo.

El despertar será brusco, y las almas se arrepentirán, pero no sabrán cómo proseguir, cómo reparar los propios errores, cómo encontrar esta Verdad a la cual están despertando, cómo unirse a ella.

Por eso, Yo hoy les advierto: este es el tiempo del despertar, este es el tiempo de conocer la Verdad, no hay otro.

Ustedes tienen la Gracia de poder vivir el Apocalipsis y de construir el triunfo del Armagedón al mismo tiempo, sabiendo que no solo el caos es una realidad en el planeta, sino también el triunfo de la Luz Crística y la consolidación de esa certeza debe comenzar a construirse ahora, tanto en sus corazones como en sus consciencias.

Este es el momento de consolidar la propia fe sin ningún temor. Este es el momento de quemar en el fuego del pasado sus dudas, las inquietudes del espíritu, que aún los hacen querer colocar sus pies en otras barcas, caminar por otros caminos, ceder a las ilusiones.

Si la fe se consolida ahora, cuando las Leyes universales están en la Tierra y lo permiten, pasarán vientos, lluvias, fuego, temblará la tierra y temblará el mundo interior de los seres, pero esa fe no se perderá.

Para consolidar la propia fe, es necesario querer hacerlo. ¿De qué les sirve tener la atención, en este momento, en las cosas del mundo, en vanas ilusiones, y no cuidar de lo que es real, de lo que construirá verdaderamente el triunfo de Cristo en esta Tierra, si para eso vinieron al mundo?

El mundo los consume. Siempre una parte de su consciencia está en las cosas del mundo. Pero ahora, hijos, deben darle un poco más de importancia al verdadero ciclo en el que están ingresando.

Porque deben profundizar en la propia vida espiritual para que ella sea verdadera, deben ingresar en el desierto, no solo con los pies, sino con toda la consciencia. Deben ingresar en el desierto de su corazón con voluntad, con la voluntad de ser otros, con la voluntad de despertar; porque el despertar se da en etapas y muchos piensan que están despiertos, pero aún duermen en el sueño de este mundo.

Yo vine hasta aquí no solo para llevarlos al desierto físico. Yo vine hasta aquí para llevarlos al desierto del propio interior y más que eso, para traer nuevas Leyes, las que regirán el nuevo ciclo de esta Tierra que comienza en estos tiempos.

El Apocalipsis ya comenzó, y si bien su ápice aún no se diseñó ante los ojos humanos, él ya está aquí. Los Sellos ya se están abriendo. La Justicia y la Misericordia se miran cara a cara, esperando que las Leyes les dicten su actuación.

No hay que temer, solo deberán despertar. Ya saben que emergerán verdades, realidades sublimes. Ya saben que están preparando el camino para que el Rey del Universo llegue a este mundo. Ya saben que el fin de esta historia es un gran triunfo, pero aún deberán perseverar mucho para que esos acontecimientos se plasmen delante de sus ojos, y ya no derramen lágrimas de tristeza, sino de alegría.

Llorarán por la Tierra, por sus hijos, por sus Reinos, pero no pierdan la fe ni la esperanza, porque la esperanza es el alimento de la fe y ella también proviene del Corazón de Dios.

Después del desierto, el Creador les presenta una gran misión en la que su espíritu de sacrificio será puesto a prueba, en el que la cruz verdaderamente estará sobre sus hombros, y ya no cargarán con los pecados del mundo, sino con los propios compromisos y con los compromisos de aquellos que no despertaron.

El Creador les pedirá todo, por amor, no solo a Él, sino también a Su Plan. Y cuando parezcan haberse desanimado, cuando parezcan estar derrotados, pero con la certeza profunda de haber hecho todo lo posible, y muchas veces lo imposible, allí ese triunfo se diseñará; porque de la derrota es que surge la humildad, la entrega, y de la entrega surge el verdadero amor.

Recuerden Mis palabras cuando estén sintiéndose una “llamita” que se apaga en la oscuridad de este mundo y hagan un esfuerzo más. Denle el aceite de sus lámparas a los que se apagaron y, como un milagro, él se multiplicará.

Hoy vengo a prepararlos para un ciclo que están comenzando a vivir, pero Mis palabras, en verdad, fortalecen sus espíritus para el futuro. Guárdenlas en lo profundo de sus corazones y recuerden el camino para llegar hasta ellas, porque les serán necesarias en algún tiempo.

Con eso, los bendigo y les agradezco por estar aquí, por dejarse transformar, mover, purificar, quebrar, por dejarse reconstruir y por no perder la alegría.

Que sus corazones pulsen como uno solo, como una sola Obra, porque con cada uno de sus espíritus se está construyendo el diseño de este Plan, de este triunfo del Corazón de Dios.

Todas las almas son necesarias, no importa si están en sus hogares, con el rosario en sus manos, clamando a María. O si están en África, sirviendo como pueden, para curar las heridas de este mundo. No importa si son peregrinos llevando la paz a las naciones o si están en el Agua de la Fuente, en los Centros Marianos, en sus grupos de oración, tornando inextinguible esta Fuente que se derrama sobre el mundo. Deben sentirse un solo cuerpo, un solo espíritu, un solo ejército, un solo corazón, así se diseña la unidad que Dios pensó para Sus criaturas.

Una vez más les agradezco y les dejo Mi Bendición, no para que no vivan las pruebas que deben vivir, sino para que las vivan con valor, con entrega, con todo lo que son y lo que no saben que son.

Que la unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sea una realidad en sus vidas.

Les agradezco.

Aparición de San José, en el Centro Mariano de Figueira, Minas Gerais, Brasil, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

De donde Yo vine el amor es escaso y el sufrimiento de las almas no les permite recibir la Gracia y la Misericordia de Dios.

Como Siervo del Creador de todas las cosas, ingresé en los profundos abismos de este planeta, para dar a conocer a los corazones una realidad diferente, que sus ojos no podían ver, que no podían sentir ni comprender que existía.

Una parte de este sufrimiento Yo lo traje hasta aquí y se podrán preguntar porqué. Es para que vean que en verdad ustedes tienen todo; solo les resta dar todo de sí mismos por aquellos que verdaderamente necesitan.

A pesar de que Yo traigo este sufrimiento para que sea liberado, no es solo eso lo que coloco delante de sus corazones; les traigo también la Esperanza y la Gracia de la Liberación, para que crean que todo se puede transformar; aún las heridas más antiguas, los sufrimientos más profundos, los peores errores cometidos; todo se puede transformar.

Este abismo que hoy les muestro proviene del corazón de una nación herida. Herida por la ignorancia de los hombres, por la distancia que hay entre el corazón humano y el corazón de Dios, cuando no quieren verlo. Pero, de la misma forma, hijos, del propio corazón de esta nación, más profunda que todos los abismos, más poderosa que la ignorancia, que la indiferencia, que el dolor, Yo les traigo una nueva esperanza.

Desde lo profundo del corazón de esta nación herida, hago emerger una esencia que no proviene de este mundo, pero sí del Corazón de Dios. Esa esencia, hoy, es incomprensible para ustedes porque la desconocen, pero es tan brillante como mil soles y tan palpable como ustedes lo son para el mundo.

Esta esencia que estaba oculta comienza a pulsar, porque recibió una nueva oportunidad. Esta esencia cruzó los abismos que la ocultaban y, silenciosamente, también cruzó fronteras y se fue retirando de esta nación herida, encontró reposo en otro lugar.

Yo les hablo del corazón de Roraima. Esto no significa, hijos, que sus queridos hermanos de la Venezuela no tendrán más una esperanza; al contrario, esta esencia que ahora emerge y se prepara para poder expandirse viene en auxilio de todas las almas, viene en auxilio de sus hijos, aquellos que se comprometieron con ella desde el principio de esta creación; que se comprometieron, inclusive, a purificar sus vidas y perseverar, confiantes en este plano de amor.

¿Por qué Yo les hablo de estas cosas, estando aquí tan distante, aparentemente, del corazón de Roraima? Porque esta es Mi casa. Aquí Yo protejo Mis palabras y las pronuncio al mundo con la potestad que el Creador Me concedió, para instruir y despertat a las almas. Aquí Yo revelo códigos de luz y de amor que los transforman y los elevan, para que lleguen hasta aquel lugar donde el Creador los espera, donde deberían estar desde el principio.

Es por eso que desde aquí, desde Mi casa, impulso el corazón de Roraima y lo protejo para que su esencia sea resguardada y no esté más en los cautiverios de este mundo, como están tantas almas en este tiempo. La esencia de Roraima se libera, para que las almas también sean liberadas y, a pesar del dolor y de las pruebas que seguirán viviendo, que la fortaleza interior de los hijos de Roraima no sea destruída y el amor que alcanzaron, la alegría y la esperanza, no desaparezcan de sus corazones.

Aparentemente, el enemigo comemora un triunfo, pero Dios, hijos, comemora la victoria de sus criaturas a través del amor que supera todo el sufrimiento, así como el de Su Hijo lo superó estando en la cruz.

La esencia de Roraima será, para sus hijos, como los ancángeles y los ejércitos celestiales, que sustentaron la Cruz de Cristo hasta el fin. Ella se libera para que su luz los sustente, a pesar del calvario de este mundo y los cure, aunque parezca que el cuerpo se muere. Si todas las células desaparecieran y la consciencia conociera lo que llaman de muerte, la esencia de Roraima les mostraría la verdadera vida, que la humanidad aún desconoce, por estar tan presa de las ilusiones de este mundo.

Hoy es día de un nuevo comienzo, un día para levantar sus rostros a Dios y clamar por la renovación.

La esencia de Roraima tendrá mucho para reconstruir y, a pesar de mantenerse silenciosa, su silencio habla más alto que todos los gritos de dolor de este mundo.

Con eso les digo, hijos, que el mundo conocerá en este ciclo su purificación, pero también una esperanza que desconoce, así como Aurora despertó en estos últimos días a través de la Voz de la Madre del Mundo, que resonó en los Universos y volvió a abrir las fuentes de cura para la Tierra.

Esta cura, como un manantial que proviene del Reino de Aurora, está llegando, también, silenciosamente, a aquellas esencias que estaban calladas y ocultas en lo profundo del planeta, como si no existieran, como si nadie las conociera, porque por Ley de Dios, debían estar silenciosas, para que luego llegase el tiempo en que sus voces volvieran a resonar; y que el sonido de esas esencias divinas, guardadas en lo profundo de la Tierra, pudiese ser escuchado en el corazón de los hombres y que todos los misterios escondidos en la Tierra, pudieran emerger en este tiempo y despertar a las criaturas revelándose en los corazones de los hombres.

Los que eran tenidos como locos serán los únicos que tendrán razón y sabrán estar de pie cuando esos misterios se revelen. Que todas las enseñanzas que les trajimos hasta aquí sean la base de esta nueva escalera, que deberán comenzar a subir a partir de este nuevo ciclo. No se aferren solamente a lo que ya conocen. Dejen que se renueve la sabiduría y el conocimiento dentro de ustedes, para que sean instrumentos para la renovación de esta humanidad, para que lo que les parece nuevo sea lo obvio, aquello que Dios pensó desde el principio, pero que la humanidad nunca vivió.

Que todo lo que aprendieron les de fuerzas para que puedan volver a aprender. Sean como los niños que no conocen nada y se abren para todas las cosas; que se lanzan a la verdad con intensidad, que no dejan que las dudas se apropien de sus mentes y, con alegría y sin temor, siguen este camino que Dios les señala con Sus Manos invisibles.

La esencia de Roraima ya tocó el corazón de Brasil, para que sus hijos la amparen. Ahora, hijos, compañeros y servidores tendrán mucho que hacer, que construir, que manifestar, que despertar, que transformar y que vivir, para dar una oportunidad a otros.

Sus hermanos de Boa Vista ahora necesitan de su ayuda. Porque las dificultades ya trascienden sus capacidades humanas y sus corazones están un poco cansados. Sean esa mano que se extiende y ese corazón que llega para renovar, con sangre nueva en las venas de sus hermanos, que hasta hoy perseveraron en el servicio y en esa misión que va mucho más allá de sus tareas, de su día a día y de aquello que sus ojos pueden ver.

Esta misión está haciendo que ellos crezcan, pero Dios no puede permitir que sus hijos pierdan las fuerzas y hagan cosas que no están preparados para hacer; por eso, ellos necesitan de más manos, corazones y, sobre todo, consciencias dispuestas al servicio.

Aún deben saber mucho, no solo sobre la esencia de Roraima, sino sobre tantas esencias que están ocultas en este mundo. Así como los niños aprenden a leer y van deletreando las primeras letras, Yo les enseño los Misterios de Dios.

Cuando crezcan, descubrirán que no solo una frase estaba oculta en Mis palabras, sino una historia entera, la historia de la Creación de esta humanidad, el presente y el triunfo de Dios en la derrota de la ignorancia, de la soberbia y del egoísmo humano.

Con eso, hijos, Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí.

Hoy, quiero dejarles una Gracia especial, como símbolo de este sufrimiento que Yo vine a curar, de esta fortaleza que Yo vine a despertar, para que los corazones trasciendan el dolor, la tristeza o la enfermedad y reconozcan que, independientemente de sus pruebas, Dios los llama a una superación mayor, a una experiencia de amor; así como a Su Hijo, que trascendió cualquier sufrimiento corporal, interior o espiritual, porque es de esta forma que el amor se vuelver verdadero y cruza las dimensiones.

Ofrezcan esta Gracia a los que desconocen la Gracia de Dios, que no la ven y se sumergen cada día más en su sufrimiento y en su dolor.

A los que buscan, siempre les será dado. Si no fuese así, las Palabras del Hijo de Dios no serían verdaderas. Confíen en Sus Promesas y vívanlas en este tiempo.

Vamos a cantar para que la humanidad reciba esta Gracia.

Con esto los bendigo y bendigo a toda la humanidad, por la postestad que Dios Me entregó, para interceder por las almas y elevarlas a Su Corazón.

Ahora vayan, hijos, y con este impulso en sus consciencias multiplíquenlo, para ofrecer a los pies del altar de su Maestro y Señor cuando Sus Pies, en esta noche, tocarán la Tierra.

Yo les agradezco y nuevamente los bendigo, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Sigan en Paz y lleven esta paz al mundo.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Como un sol que ilumina las esencias y las almas, así llegamos a este mundo. Como una luz pura que proviene de una Luz Mayor, encendemos hoy sus almas, sus espíritus, sus vidas para que sean como un farol en este mundo, en esta nación y más allá de ella.

Hoy venimos como la Sagrada Familia de Nazaret para renovar el principio de las familias de este mundo. Junto al Inmaculado Corazón de María y el pequeño Corazón de Jesús, estamos aquí para tornar sagradas sus vidas, para que recuerden, una y otra vez, el verdadero arquetipo que deben manifestar como humanidad. Si aún llegamos al mundo es porque es posible, hijos, que ese arquetipo se exprese y que sean ustedes portadores de la perfección divina.

Hoy estamos aquí como una esperanza, como un aliento, porque sabemos que muchos de los corazones humanos ya perdieron la esperanza de ver manifestarse un mundo nuevo y creen que es una utopía que esta Tierra pueda consagrarse a Dios.

Miren a su alrededor y no vean solo las miserias, no vean solo la pobreza espiritual y material de los hombres, no vean solo la riqueza en las manos de unos pocos, la gran soberbia y la gran miseria del corazón humano. Miren hacia los que tienen al lado, vean cómo oran con fervor, cómo hoy abrieron las puertas del Cielo para que Aquellos que estuvieron aquí, hace más de dos mil años, pudieran regresar.

Vean así, hijos, que existe un misterio celestial que la humanidad aún no comprende. Existe un misterio interior que está oculto para ustedes mismos. La verdad está aún silenciosa, escondida en sus corazones, esa verdad que los hace invencibles y que los hace capaces de cualquier cosa. Cuando oran con fervor y cuando están unidos a Dios, pueden sentir una gota de lo que son en esencia, pueden sentir que existe un vasto universo, dentro y fuera de ustedes, que les trae grandes posibilidades de vida, de vida espiritual, de vida divina.

Como Sagrada Familia, vinimos a su encuentro para que reconozcan ese camino de retorno al Padre, para que encuentren fuerzas, fortaleza interior para perseverar en lo sagrado y difundir, a través del propio ejemplo, la vida de consagración al Padre.

La desesperanza de este mundo nace del hecho de que el caos y el mal se muestran a todos los ojos, porque ellos viven de las apariencias, del engaño, y de la mentira; y la verdad y el bien se ocultan y se muestran solo a los ojos de los puros y de aquellos que ingresan dentro del propio corazón y se esfuerzan día a día para vivirlos.

Sin embargo, una gota de luz vence a toda la obscuridad de este planeta. Un acto de amor destruye una guerra. Una oración verdadera, realizada humildemente, con la rendición del corazón humano, hace desaparecer los planes de obscuridad y no permite que ciertas cosas se manifiesten en este mundo.

Sin embargo, el corazón humano aprendió a vivir de las apariencias y solo cree en aquello que se expresa delante de sus ojos y que su mente puede comprender y comprobar. Este es el mayor engaño, hijos Míos, que vive la humanidad, porque el Misterio de Dios, como les dije, es silencioso, sin embargo es poderoso porque se une a la Consciencia del Único, Aquel que creó todas las cosas, Aquel que vence con un soplo todas las maldades de este mundo.

Con todo lo que hoy les digo, quiero aproximarlos un poco más a lo que son verdaderamente. Quiero que sientan y vivan todos los días lo que sintieron ayer y hoy cuando oraron de corazón.

Que esa esperanza de ver a Dios pueda crecer en sus vidas y, cada vez más, la oración los aproxime a la verdad y los retire de los desvíos que un día siguieron y que, como humanidad, los trajeron hasta aquí. 

A través de ustedes, hijos Míos, vinimos a curar un pasado milenario para que comprendan que, con la simplicidad de sus corazones, podemos hacer grandes milagros, que en verdad son milagros porque desconocen la verdad, porque desconocen el verdadero potencial de sus corazones. 

Muchos no creen en lo que hablamos, porque día a día se pierden en sus miserias y en la imposibilidad de perseverar en este camino. Pero, si hoy estamos aquí, hijos, es porque pueden responder a este llamado, porque pueden consagrar el suelo en el que viven y hacer triunfar el Plan de Dios.

Hoy, delante de sus ojos, somos tres, una Familia simple, humilde, que en el misterio de Su hogar transformó el destino de la humanidad y de todo el universo, de toda la Creación. Y delante de Nuestros ojos, son miles de almas simples, que aún deben develar los secretos de Dios sobre sí mismas. 

Vemos, delante de Nuestros Ojos, la transparencia de sus espíritus y de sus corazones, la posibilidad de que Dios manifieste Su Plan en la Tierra y en todo el cosmos, la posibilidad de que se termine esta espera que toda la Creación vive de ver triunfar el Amor Divino.

Delante de Nuestros ojos, contemplamos sus esencias, contemplamos el potencial de Amor que un día se expresó en la Cruz y que hoy se debe expresar en el calvario de este mundo.

Un día, el Amor divino emergió del Corazón de un Hombre, que hoy, delante de ustedes, se expresa como un niño. Ese Amor nació de Su esfuerzo, de Su sacrificio, de la lucha en la que Él venció contra Sí mismo y contra todo el mal.

Ahora, hijos, el universo aguarda que ese mismo Amor pueda nacer de sus esencias, por su esfuerzo, por la entrega diaria de su sacrificio, por su perseverancia en vencerse a sí mismos en las cosas más simples, porque no les pediré grandes cosas, no les pediré grandes martirios, flagelación, coronación de espinas ni muerte en la cruz.

Yo les pediré que amen a sus hermanos como son, que digan no a toda ira, a toda crítica, a todo juicio de valor.

Yo les pediré que renuncien, un poco cada día, a los placeres y distracciones de este mundo. Yo les pediré que ofrezcan su purificación y que no reclamen tanto cuando, en verdad, reciben todo de Dios.

Yo les pediré que sean más agradecidos y que, de rodillas, oren a Dios todos los días, agradeciendo al Padre por las Gracias que recibieron y pidiéndole por aquellos que nada tienen, ni en el cuerpo ni en el espíritu; pidiéndole por los que son ignorantes, por los indiferentes, por los Reinos de la Naturaleza. Yo les pediré que ayuden a esos Reinos, que oren por ellos, que oren con ellos, que los sirvan, que los respeten como Creaciones de Dios, como portadores de la Presencia Divina en el mundo, que aprendan con ellos un amor también único, que multiplica el amor que existe en sus almas. 

Yo les pediré, hijos, que cada día entreguen algo de sí mismos por el prójimo. Es de esa forma que se carga la cruz del mundo.

Con estas cosas tan simples, los conduzco a Dios. Sé que, aun así, a pesar de la simplicidad de Mis Palabras, en este tiempo es difícil vencer la condición humana. Por eso es que estamos aquí, por eso es que todos los días les entregamos tantas Gracias, tantas bendiciones, les damos tantas oportunidades de levantarse de cada caída. Es por eso que Nuestras Manos están siempre extendidas hacia la humanidad y que, a pesar de la flagelación que aún vive el Corazón de Dios por las acciones humanas, el Creador aún Nos permite llegar a este mundo.

Pero les pido de corazón, con la humildad de Mi Corazón Divino, que perseveren, que reconozcan sus dificultades, pero que no se aferren a ellas. Agárrense firmes, hijos, a esas instancias en las que un amor puro puede surgir de adentro de ustedes. 

Y, de esa forma, ayúdenos a liberar a este mundo de todos los errores del pasado. Con estas acciones tan simples, convierten los errores de ayer. Cuando aman y aceptan a sus hermanos, están equilibrando todas las faltas cometidas ayer por la incomprensión del corazón humano, por su imposibilidad de aceptar las diferentes culturas y expresiones de las almas.

El misterio divino es inmenso y a veces incomprensible para la mente humana. Por eso les pido que, antes de intentar comprender, experimenten y vivan todos los días esta experiencia divina de amor, sea con el prójimo, con los Reinos de la Naturaleza o en el silencio del propio corazón, o sea en una oración íntima con Dios.

Con esta instrucción tan simple, vengo a retirarlos un poco de ustedes mismos, para que así se pueda ampliar la liberación de este mundo, de esta nación y de todos los seres que hoy Nos escuchan. Porque los corazones Nos llevan más allá de este lugar, cada hogar que Nos abre la puerta, abre también la puerta de su nación y ofrece a la humanidad una oportunidad más de llegar a Dios.

Ahora les pediré que canten y clamen por la paz, para que se abran los portales del Reino de Dios y que aquello que vinimos a hacer en este mundo pueda ser hecho, no solo por Nosotros, sino por la intercesión del corazón humano. Clamen por paz para todas las almas, para todos los Reinos, para todo el planeta.

Cántico.

Y hoy les ofrezco la mayor liberación y salvación de este mundo y de todo el universo que es el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo, entregado por ustedes y por toda la Creación de Dios. Que esta Gracia se multiplique para todas las almas y para todos los Reinos.

Mi pequeño Hijo yergue Sus Manos y bendice estos elementos para que se conviertan en fuente de transformación para las almas y de liberación para este mundo.

Padre Nuestro (en arameo).

Que la Paz de Cristo, de María y de Mi Casto Corazón esté en sus vidas y en todo el planeta.

Les agradezco por estar aquí y por multiplicar estas Gracias para toda la humanidad. Oren, hijos, para que esta puerta de paz siga expandiéndose y ampliándose para que más almas encuentren a Dios.

Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y con la esperanza de renacer en el espíritu y ser uno con Dios.

Les agradezco.

 

En este momento, Frei Elías del Sagrado Corazón compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de noviembre de 2016.

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