Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN MONTSERRAT, BARCELONA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL PRIMER DÍA DE LA 115.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

He aquí el Vivo, Soberano y Eucarístico Corazón de Jesús, que como un Sol del Universo esparce Sus Rayos sobre el mundo y en toda la humanidad para poder transmutarla y redimirla.

Les expongo hoy Mi Eucarístico Corazón a aquellos que lo quieran contemplar, como un portal que supera todos los límites de la consciencia, como un portal que supera todas las barreras y obstáculos; porque Mi Eucarístico Corazón, el Corazón Sacerdotal de Cristo, es el fundamento del Amor de Dios por las almas, por todas las criaturas.

No hay nada que impida que las almas lleguen a Mi Corazón. No existen barreras ni límites, porque si las almas son en Mí, Yo Soy en ellas y así se establece la divina unidad.

He aquí el Eucarístico Corazón que ha derramado la Sangre por las almas del mundo en el madero de la Cruz, en lo alto del Monte Calvario.

Cada gota de Mi Sangre derramada fue un código de renovación, de cura y de perdón. Invoquen el poder de la Sangre de Jesús en estos tiempos en los que el mundo vive su propia oscuridad, en los que muchas almas son condenadas injustamente.

Yo Soy el Eucarístico Sol que nace en el horizonte; para que, después de los tres días de oscuridad, la humanidad vuelva a levantarse, a erguirse y a elevar su mirada a los cielos para ver venir al Hijo de Dios entre las nubes, como el Cristo entre los Cristos, como el soplo poderoso de la esperanza renovadora que traerá gozo en los corazones que, a pesar de todo, tengan fe en Mí.

Contemplen el Eucarístico Sol de Mi Corazón, hoy una vez más ofrecido al mundo como expiación por todos los errores y pecados cometidos hasta el presente; porque sé que desconocen el Amor de Dios, porque Su Amor es tan grande y tan infinito que sus vidas no lo soportarían.

He aquí el propio Dios Vivo que estuvo presente entre los hombres y mujeres de la Tierra para predicar, curar, sanar, exorcizar y liberar a las almas del mundo.

He aquí el Dios que encarnó en un humilde pesebre de Belén, oculto a la vista de todos, adorado por los más simples y humildes, reconocido por los ángeles del Cielo y de todo el universo.

Confíen en el poder de la liberación, porque el mundo necesita ser liberado de sus agonías y culpas.

Mi enemigo ha impuesto sus garras sobre muchos de los Míos, pero confíen porque Yo triunfaré, así como el Misericordioso Amor de Dios triunfó en la Cruz para enmendar los errores desde Adán y Eva hasta el fin de los tiempos.

Por eso, estoy aquí, compañeros, para dar continuidad al triunfo del Amor de Dios en todas Sus Criaturas.

¡Cómo quisiera que el tiempo no pasara, para no tener que despedirme de los Míos! Porque sé que la hora del Huerto Getsemaní le llegará a cada uno de ustedes, así como le llegó al Señor. Y en esa hora, el Cáliz del Sacrificio le será presentado a cada uno; ¿lo beberán, así como Cristo lo bebió en la noche de Jueves Santo?

En la mayor soledad está la mayor fortaleza, porque Dios los hace crecer en Su Amor Infinito y Cósmico, un Amor capaz de perdonar al enemigo para que también se pueda salvar.

Quiero que sean parte del Sol de Mi Corazón, quiero que sean parte de Mis Rayos, que penetren las capas más oscuras de la ilusión del mundo, del dolor y del sufrimiento, para que muchos más en Mi Nombre, en el Nombre de Jesús, se puedan salvar, así como ustedes fueron salvados por Mí en el principio.

Hoy, uno los tiempos y las dimensiones, uno los planos y las consciencias, uno a todos en el Creador, el Dios del universo y de la vida, así como el Hijo se unió al Padre en la Cruz.

Sean fuertes y persistan, la cruz podrá ser pesada, pero Mi Amor siempre los renovará, los sacramentará, les dará la vida eterna, porque es el Amor de la Fuente que los lleva a la verdad, que les trae sabiduría y entendimiento en estos momentos críticos.

Tengan fe y sigan adelante, den el paso y represéntenme en este mundo tan necesitado del Señor, así como Yo necesito de los Míos; porque por más que esté en los Cielos o en el corazón de este universo, Soy parte de la humanidad.

Me acerco a los que más Me necesitan, escucho a los que más Me suplican, les respondo a los que confían en Mí.

No le tengan miedo a la cruz. No le tengan miedo al fin de los tiempos. No hay cosa más grande que ustedes puedan vivir que la que Yo viví por ustedes en lo alto del Monte Calvario, en donde Dios Me dejó solo, por un momento, para que Yo muriera por Mis compañeros.

Y, así, de la aparente muerte o derrota de Cristo, naciera, creciera y diera frutos el Árbol de la Vida, renovando el principio de este Proyecto a través del Amor y del Perdón.

He aquí el Dios de la Misericordia que unge con Su Luz a los que creen en Él y no se desesperan. Porque si ustedes tienen parte en Mí, Yo siempre tendré parte en ustedes y, a pesar de lo que suceda o a pesar de lo que vivan dentro o fuera, nadie, nadie, los separará de Mi Amor; porque Mi Amor es fidelidad, Mi Amor es obediencia, Mi Amor es verdad que libera a las almas del mundo.

Lleven este Mensaje en lo más profundo, para que lo vivan y para que Me representen.

En este día, una vez más, les vuelvo a otorgar el Sacramento del Sol Eucarístico de Dios y de la Unción a sus cuerpos, para que tengan vida en abundancia.

No pierdan la fe, Yo Soy el que Soy, Soy el Alfa y el Omega.

Hoy, dejo expuesto el Eucarístico Corazón de Jesús en lo alto del Monte Calvario, para que Israel y el mundo se santifiquen a través de los que aspiran a estar a los pies de la Cruz de Cristo, así como estuvo Mi Madre, Juan y las santas mujeres, viviendo Conmigo la entrega mayor del Amor y de la Renuncia por la salvación de todo el género humano hasta el fin de los días.

Mi Manto los abraza a todos, Mi Manto los protege; Mi Mano los conduce y los guía hacia la Casa de Mi Padre. Porque, después de esta experiencia en la Tierra, volverán a sus orígenes, recordarán sus historias y pasajes Conmigo, en cada momento de su trayectoria interior. Y así, en ese día que ya está escrito, verán ante ustedes los tesoros que Yo les He confiado a través de la vivencia de los Sacramentos.

Benditos sean los que perpetúan el Legado de Cristo a través de la Eucaristía y de los Sacramentos, porque serán llamados, en el Cielo, Hijos de Dios y siervos de Cristo.

No dejen que Mi Amor muera en el mundo, especialmente en las almas. Es hora de salvar a los que ya no confían en Mi iglesia y que han colocado una barrera entre Mi Corazón y el corazón de Mis hijos.

Por eso, vengo a renovarlo todo, así como lo renové en Jerusalén en el Viernes Santo a las tres de la tarde, cuando, en la aparente derrota y la risa de los fariseos, la tierra tembló, los muertos resucitaron, el Templo se rasgó y Dios mostró Su Poder a través de Su Hijo. Y, en esa hora, el mal fue extirpado del mundo durante tres días, y así también lo haré cuando retorne.

Pondré fin a lo que separa a Mis hijos de Mi Padre; porque Él los ama tanto, que sé que no lo comprenden ni lo saben. Su Amor los ha traído aquí, a este momento, a Montserrat, para demostrar una vez más Su Misericordia por ustedes y por el mundo.

Celebremos, en renovación y en vida, por todos los que su Señor espera que puedan retornar a la Casa de Dios; para que Mi Corazón ya no sufra una agonía por los que se apartan, por los que se pierden, por los que sufren, por los que no ven la Luz ni sienten el Amor de Dios.

Es hora de que se viva Mi Amor Crístico.


Adonai, Shalom, Balakthi,
oh, Señor de la Misericordia,
escucha a Tu Hijo.

Eli, Eli, Balakhti,
escucha la Voz de Tu Siervo.

Elohim, Salohua, Iod,
acepta Mi sacrificio, Señor,
para que todos se salven en Tu Nombre.

Amén.


Mis días con ustedes ya están contados.

Que Mi Amor haga milagros y renueve la vida.

Les agradezco, por estar hoy aquí Conmigo, de verdad, así como son, sin esconderse; porque Yo no veo los errores, Yo contemplo los Tesoros de Mi Padre en sus esencias.

Vayan en paz y tengan fe.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL 17 DE MARZO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La Cena está servida, pero muy pocos quieren venir a servirse de Mi Banquete Espiritual.
Yo les ofrezco a los Míos todo lo que tengo. Yo les ofrezco a los Míos todo lo que Soy y, en verdad, les digo que no les pido nada a cambio.

Así, espero que los Míos respondan igual, que siempre lo puedan dar todo sin nada a cambio; porque esta es la sabiduría de la Ley del Amor, de aquel corazón que vive en su propio vacío, de aquel corazón que se despoja de sí mismo y que no teme dar los pasos en confianza hacia Mí.

Porque lo que Yo tengo preparado para cada uno de los Míos, aún nadie lo conoce ni lo sabe. Yo tengo guardado en el Paraíso las maravillas más perfectas y sagradas para Mis apóstoles.

Por eso, sé de la hora de cada uno de ustedes. Sé de la hora en que subirán a los Cielos para encontrarse Conmigo, para que Me entreguen el triunfo de su corona de espinas, de cada momento y de cada experiencia vivida en la Tierra como los frutos más perfectos para Dios, los frutos de la donación.

Hoy, He venido aquí de forma extraordinaria. Han preparado la casa para recibirme y una vez más les digo: “Aquí estoy, recibiendo la oferta de su consagración; porque en lo profundo de Mi Corazón sabía que esta hora y este día llegarían”.

Y, así, quiero que hoy comprendan el significado de los ciclos; el tiempo sagrado de las oportunidades; el momento único de la entrega interior, en el que Dios contempla atentamente sus pasos, en el que Dios conoce en el silencio sus sufrimientos y pruebas. A pesar de todo lo que el Padre Eterno ve de este mundo, todo, absolutamente todo, está bajo Su Mirada Paternal.

Por eso, en este día, Él Me Ha enviado aquí, de forma extraordinaria, para comulgar con aquellos que comienzan a subir los escalones de la consagración; que, en confianza a su Señor Jesucristo, caminan rumbo a lo que es desconocido e inmaterial, en donde Dios tiene un espacio y un lugar para cada uno de ustedes, para que algún día se puedan fundir en Su Absoluto Vacío y, así, no quieran ser nada más, pero sí quieran serlo todo en el Creador.
Hoy, He recibido la Gracia de tener este tiempo con ustedes; de poder reaparecerme a ustedes, así como Me reaparecí a Mis apóstoles en Jerusalén.

Y ante las puertas de Israel, de la sagrada misión espiritual que su Maestro compartirá con ustedes, quiero que hoy puedan sentir, interna y espiritualmente, lo mismo que Yo sentí cuando su Maestro y Señor entró en Jerusalén, y el mismo Dios Vivo fue reconocido, adorado y alabado por los hombres. Y, en ese día, nadie murió en la Tierra, porque la Gracia de Dios descendió en abundancia y en Misericordia en las almas, estableciendo Sus más preciados Dones y Virtudes en los corazones.

Tomando este ejemplo y este hecho, de la entrada triunfante de Cristo en Jerusalén, Yo los preparo, a partir de este momento, para Mi sagrada tarea en Israel y en Medio Oriente, como también en Turquía y en Siria.

A partir de este hecho y de este ejemplo, quiero compartir con ustedes una síntesis y también una reflexión sobre este ciclo de fructificación, de todo lo que Yo mismo He acompañado de cerca, aunque no lo parezca.

Y en esta tarde, en la que almas se consagran a la vida crística y misionera, quiero expresar un gesto fraterno de amor y también de protección a aquellos que se animan a caminar hacia Mí en confianza, respondiendo a Mi Voluntad Suprema, por más que no la conozcan profundamente, uniéndose a Mi Amor Eterno para aliviar el sufrimiento del planeta, para que el amor pueda curar el dolor.

Por eso, hoy, Aadrika, Tissianie y Timóteo reciben de Mis Manos Mi Sagrada Corona de Espinas, el símbolo de la sagrada resignación ante el Señor.

Porque, así como hoy están Conmigo en esta solemne tarde de consagración, así también estuvieron en otros tiempos Conmigo, en Israel; solo que hoy vuelven a recordarlo en lo más profundo del alma y del espíritu, en comunión con la Vida del Maestro y Señor.

Después de más de quince años de esta Orden consagrada por Mí, en estos últimos siete años transcurridos hasta el presente, a través del Mensaje y de la Palabra de la Madre de Dios, las almas fueron llamadas y convocadas a servir en las Misiones Humanitarias. Fueron llamadas a vivir un desafío mayor que sus consciencias; fueron llamadas a ser embajadoras del servicio abnegado y de la caridad; fueron convocadas a ser chispas del Amor de Cristo en la oscuridad; para que, a través del servicio a los más necesitados y vulnerables en cualquier parte de este mundo, ustedes pudieran estar delante del sufrimiento del Señor a través de los inocentes, en el llanto del niño que está perdido, en el dolor de los huérfanos y de los descartados, en la enfermedad de los que no son acogidos, en la desesperación de los que escapan de las guerras y de los conflictos.

Estuvieron ante Mí en los que son olvidados y repudiados, en los que son esclavos de los sistemas corruptos de este mundo. Muchas veces estuvieron ante Mí delante de los que sufren los desastres naturales y migratorios; pero también, Conmigo, estuvieron delante de los que son indiferentes y malvados.

Muchas veces pasé delante de ustedes y de sus hermanos, y pocos aun pudieron reconocerme.

Vean cuántos son ustedes, y podrán darse cuenta de cuán pocos respondieron a Mi Llamado. A todos les ofrecí las Gracias más profundas de Mi Corazón, pero pocos pudieron apreciarlas y reconocerlas.

Pero hoy vengo aquí por aquellos que siguen adelante y confían en Mí; porque, como hace dos mil años, se vuelve a cumplir Mi Sagrada Profecía.

Los enviaré de dos en dos a los lugares más sufridos del mundo, en donde no solo falta el alimento, sino falta el amor; en donde no solo falta un hogar, sino también falta la compasión; en donde no solo falta el agua, sino también falta la Fuente Suprema de Dios en cada corazón.

Delante de la próxima misión espiritual a Israel y a Turquía, vengo a rogarle al mundo que escuche Mi Voz, y que sepa que tengo sed. Aún sigo por este mundo, esperando a que Me ayuden a través de los necesitados.

¿Hasta dónde llegará la indiferencia de los hombres?

¿Dónde está la sensatez de la humanidad?

¿Por qué el corazón está siendo endurecido por la indiferencia, después que el propio Dios Vivo derramó Su Sangre en cada paso del Calvario?

¿Dónde está la esencia de la caridad?

Dios no hizo este mundo para los indiferentes. Dios no creo el universo para los egoístas. Él no se dejó flagelar y morir en la Cruz por los ingratos.

¿Qué más debo hacer para que el mundo cambie?

Pero sí, Me consuelo con la voz de los inocentes de África y de otras partes del mundo que, sumergidos en la grave necesidad, no pierden la fe en Mí; porque la fe que surge y que nace de sus corazones es su propio alimento e inexplicablemente supera toda condición humana.

Aun siendo seres encarnados en este mundo, la fe de los pequeños y de los inocentes renueva todas las cosas y, a pesar de las guerras, le concede al mundo un tiempo inexplicable de paz. La fe de los descartados y olvidados le concede al planeta el equilibrio de su eje; porque ellos viven en Dios y Dios vive en ellos, así como Dios vive en Su Hijo y Su Hijo vive en Dios.

Con el grito más profundo de Mi Corazón, les digo a los que aún no dieron el paso que respondan y escuchen a Dios; porque la hora más difícil se aproxima, así como el Señor vivió Su hora más difícil en el Huerto Getsemaní.

No tengo nada más que ofrecerles, sino esta realidad.

¿Quién será capaz de no perder ya más tiempo?

¿Quién se decidirá a ser una pieza dentro del gran puzle del Plan?

Una Nueva Tierra no puede ser construida con inconsecuentes.

Ya ha sido todo dicho. Por eso, hoy Me arrodillo delante de los que se consagran; porque solo Dios sabe sobre la realidad de cada corazón, que se esconde en lo profundo del espíritu y del alma.

Después de estos años honestos de esfuerzo con los sufridos hermanos de Venezuela, a través de la Misión Roraima Humanitaria, ahora llega el ciclo de recoger los frutos de la entrega, permitiendo que Mi Amor Redentor y Consolador descienda sobre África, Polonia, Turquía y el mundo entero, permitiendo que las almas descartadas y desconsideradas por el mundo formen parte de Mi Reino Celestial.

Eso es para Mí algo inexplicable, es un Misterio de Dios, en el que Él puede obrar a través de Sus Hijos, de los que le dicen sí al servicio y a la donación, sin nada a cambio, solo con el fin de consolar Mi Corazón. Por eso, hoy, bendigo a los que son valientes, más allá de sus imperfecciones o de sus miserias.

Yo no vengo a señalar lo que no está bien. Yo vengo a buscar lo que les dejé como talentos hace dos mil años. Es así que se cumple la Palabra del Señor, la Sagrada Profecía revelada por el Ángel de Dios en el Huerto Getsemaní; que, a pesar de la oscuridad que rodeaba al Maestro, las visiones de los Nuevos Cristos del fin de los tiempos que erguirían Mi Iglesia Celestial a través de su vida y de su consagración, en la hora más dura del Señor, en la que el Cáliz de los pecados debía ser bebido por Mí, el despertar de los Nuevos Cristos Me consoló y Me dio la fuerza para decir sí.

Hoy, vengo a reconocer lo que nadie ve; por eso, estoy aquí.

Y los bendeciré a través de los Sacramentos, como señal inextinguible de Mi Presencia, de la Presencia del Amor Eterno de Dios en Sus Hijos. Que todo esto sea por el bien de la humanidad y del planeta, para que ya no se derrame más sangre inocente en este mundo, para que la guerra no se precipite sobre la humanidad, porque la Mano del Hijo de Dios lo detiene a través de los que aceptan la Corona de Cristo.
 

Elohenu, Adonai, Eli,
guarda en Tu Corazón este sagrado momento,
una de las tantas promesas que Me diste
en el Huerto Getsemaní.
Y hoy, ante los que aspiran a vivir
el camino de la simplicidad y de la entrega,
Mis Ojos se iluminan por poder ver este momento
que Tú, Señor, cuidadosamente has preparado
para Tus Hijos y para Mí.
Por eso, Te alabo, Adonai,
y Te agradezco, Sagrado Padre,
porque ante un mundo tan confuso y oscuro,
Tu Reino Celestial despierta en los corazones simples.



Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora, les vamos a pedir que se aproximen aquí a Tissianie, Aadrika y Timóteo.

 

Queridos hijos y apóstoles, misioneros del Amor de Mi Corazón, en el nombre de Nuestro Señor, Adonai, Elohenu, Abba, vengo una vez más para bendecirlos, y con plenitud y Amor consagrarlos en esta sagrada misión de dar la vida por Mí.

Aadrika, hoy te consagro, en el nombre de Mi Madre Celestial, con el nombre de Shalom.

Timóteo, tú tienes ya un nombre especial para Mí, muy significativo para esta encarnación.

Tissianie, Yo te consagro con el nombre de Aajhmaná, para que el alimento espiritual de los Cielos sea el que nutra tu espíritu y vida.

¡Gracias por esta animada respuesta, rumbo al encuentro del Amor desconocido!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.     

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN NERJA, MÁLAGA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL PRIMER DÍA DE LA 112.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

No busco lo perfecto o lo maravilloso que eres. Yo busco la verdadera honestidad de tu corazón que, unida a Mí, se pueda reflejar en tu vida y en tu consciencia. Yo les dije esto a los apóstoles y, hoy, se los digo a ustedes, compañeros.

No necesito que tu vida sea perfecta o realizada; necesito que tu vida se rinda a Mis Pies, así como las santas mujeres se rindieron a los Pies del Maestro y no buscaron nada para sí mismas, solamente complacer y adorar al Señor.

Por eso, en este momento, vacíate una vez más ante Mí y ten presente, en este instante, cuántas maravillas Dios Ha realizado en tu vida y en la vida de tus hermanos; cuántas Gracias y tesoros Él Ha derramado a través de la Presencia de Su Amadísimo Hijo en la Tierra y, aún más, Él Ha multiplicado Sus Gracias y Sus prodigios en los corazones de los Míos.

Entonces, en esta dura hora del planeta, Yo te pido: “Vacíate de todo ante Mí, una vez más, y deja que Yo te pueda ungir con Mi Luz; deja que Yo te pueda abrazar con Mi Amor, para que tú no seas nada, sino puedas ser todo en el Padre Eterno. Así como Su Hijo lo es en el Padre, el Padre lo es en Su Hijo”.

En este vacío, que Yo los invito a vivir, también los invito a despojarse de aquello que los apremia o que los atormenta; porque su Señor, el Rey del Universo, conoce a todas las amarras espirituales que viven las almas; conoce a todas las cadenas que los aprisionan.

Y para la victoria de su Maestro y Señor nada es imposible, porque quien está Conmigo y Yo estoy con él, le aseguro que se liberará, y cada paso de la vida será un aprendizaje, será una lección y una sabiduría vivida para que, en cada momento, aprendan a crecer en el amor y en la verdad; porque Yo los necesito, en este tiempo, en el amor y en la verdad.

Pero para que las almas puedan estar en ese amor y en esa verdad, deben estar en el vacío de sí mismas, así como su Maestro y Señor estuvo vacío de Sí mismo en el Huerto Getsemaní, en el momento de Su condenación, en el juicio de los fariseos, en cada paso del Calvario como en la crucifixión, su Maestro y Señor estuvo vacío de Sí mismo para que estuviera Dios sufriendo por ustedes; porque quiero que sepan, de una vez y para siempre, que el Dios Vivo sufrió por ustedes en la Cruz.

Él descendió de la Fuente y del Universo para salvarlos y rescatarlos. Y el poderoso Amor del Dios Vivo se hizo tan pequeño e insignificante que nació en un pesebre, donde los adversarios nunca podrían pensar que Dios estaba allí.

Así, el Amor del Padre, a través de Su Hijo, derrota a los poderosos, humilla a los soberbios, despoja a los que desperdician las riquezas, y da Sus más preciados tesoros espirituales a los más pobres de corazón, a los más humildes en su interior. Y Él ennoblece y eleva, a través de Su Presencia, a los que reconocen Su Nombre Sideral, Adonai.

Sé que la cruz está pesada para muchos, pero les aseguro, ante este Mar Mediterráneo, en donde rezo profundamente por las heridas y ultrajes ocasionados a los más inocentes, que existen cruces peores que las suyas; porque así, Yo puedo ayudarles a cargar su propia cruz, sin que lo perciban.

Pero Yo necesito, en este tiempo final y desafiador, que ustedes Me ayuden a cargar con la cruz del planeta, porque muchos no la quieren cargar ni soportar por temor a lo que sentirán o padecerán.

Pero no se olviden de lo que una vez les dije, que Yo no vengo aquí a pedir nuevos crucificados, porque el Dios Vivo ya se dejó crucificar por ustedes, para que se pudieran liberar del mal.

Yo vengo a buscar víctimas que se postulen a Mi Amor. Vengo a llamar a las víctimas de Mi Amor Misericordioso, que no solo reconozcan, una y otra vez, la Presencia del Señor en sus vidas, sino que también reconozcan el poder de Su Sangre y de Su Agua, afluentes infinitos convertidos y transustanciados en los Rayos sublimes y poderosos de la Divina Misericordia; que, una y otra vez, Yo le ofrezco al mundo incansablemente para la liberación de las almas de toda esclavitud espiritual, como también de los infiernos de este mundo que tragan a muchos.

Por el poder de Mi Sangre derramada en cada paso del camino del Calvario, Yo les vengo a demostrar el sacrificio y la sagrada entrega del Señor, a través de Su más absoluto silencio, que derrotó a los enemigos, que estaban en contra del Plan de Dios.

Y a pesar de que Mis apóstoles Me abandonaron en el momento más culminante de Mi Vida, en el que Yo más los necesitaba, fui consolado y sostenido espiritualmente por las santas mujeres que, con su propia oración y éxtasis, le ayudaron internamente al Señor hasta ungirlo con los aceites más preciados de Tierra Santa, preparando la sepultura del Señor, porque ellas sabían claramente sobre el día de Mi Gloriosa Resurrección.

Con este hecho, que hoy les traigo a todos, los invito a vivir el Rayo de la Resurrección, porque cada uno de ustedes lo necesitará en este tiempo para aprender a comenzar nuevamente todos los días, a pesar de los aprendizajes y de las lecciones de la vida, a pesar de los embates o de las interferencias.

Yo les vengo a enseñar a través del Rayo de la Resurrección sobre el poder de la trascendencia y de la renovación, algo que su propio Maestro vivió en el Sepulcro, al tercer día, al haber resucitado, y al haber sido adorado y reconocido como el Dios Vivo por todos los ángeles del Universo.

Quiero que lleven este impulso en el corazón y en la esencia para que, con coraje, valentía y determinación, aprendan a superar el fin de los tiempos; porque aún habrá mucho por atravesar, aprender y crecer internamente, y Yo los apoyaré para que vivan las nuevas experiencias crísticas.

Cuando sientan que la tensión es demasiado ardiente o la presión parezca muy grande, recuerden que estarán delante del gran paso de la cristificación, porque son pasos graduales y maduros para aquellos que se deciden a atravesarlos.

Es así como Yo hago surgir a los Nuevos Cristos, no solo porque recuerdan Mi Presencia en este mundo y en la humanidad, que es una Presencia imborrable e inextinguible, sino también porque Mis apóstoles se animan a caminar a Mi lado en cada nueva convocatoria, más allá de las consecuencias o aun de la familia.

Yo les prometí una vez que a quien Me diera todo, Yo le daría todo y cuidaría de cada uno de los miembros de su familia; porque todo es importante para Mí, aun lo que parece más pequeño e invisible.

Así, Yo les hago comprender que Dios está presente en lo que es simple y verdadero, que Su Poder y Su Majestad se esconde en lo que es humilde y austero, y que Su Amor se revela y se muestra en todos los que son verdaderos y honestos de corazón. Es así que Él consigue abrazar a Sus Criaturas, las sostiene, las guía y las conduce al cumplimiento del Propósito Espiritual.

Así, el Padre Eterno se renueva a través de las almas y de los corazones; y este planeta, aparentemente perdido, se puede recrear por medio de los corazones que se entregan en confianza al Señor y aceptan vivir de Su Amor Mayor.

En esta nueva noche, en la que los encuentro en lo alto de las montañas de Málaga, y frente al Mar Mediterráneo, testigo de los dolores más grandes del mundo por las guerras, invasiones y conquistas vividas en este lugar del planeta, por los cientos de barcas que cruzaron este mar y fueron descartados; Yo vengo a conceder una amnistía espiritual, para que los errores cometidos con los más pobres, entre los pobres, sean perdonados a través de su sí para seguir en sacrificio el camino del Señor por todos aquellos que no viven Mi camino, por aquellos que niegan Mi camino, por los que no viven Mi Palabra, por los que no quieren despertar.

Que su sí sea por cada uno de ellos, para que sus vidas sigan siendo agraciadas y bendecidas en lo más profundo del espíritu y de la consciencia, lugares en donde recogerán la fuerza interior que necesitan para vivir su aprendizaje en este planeta.

Es así que Yo iré reuniendo lentamente a los rebaños del Señor, en los cuatro puntos cardinales del planeta, hasta que llegue el tiempo y la hora, no tan lejanos, de Mi Retorno al mundo, porque en poco tiempo dejará de ser una promesa para ser una realidad.

Y en una noche semejante a esta, ante el Mar Mediterráneo, ustedes y sus hermanos del planeta podrán ser testigos del Retorno Glorioso del Señor; algunos aquí, en este plano físico, y otros en los planos internos; pero todos serán partícipes de ese gran momento prometido, así como los ángeles serán testigos de ese acontecimiento universal.

Yo los preparo para ese día, conscientemente, y no Me olvidaré absolutamente de nadie, porque está todo previsto por el Padre Eterno. Yo mismo recuerdo a aquellos que ya no viven en este plano físico, a sus seres queridos y a los seres queridos de toda la humanidad, que por alguna razón perdieron la vida y murieron con la esperanza de encontrar la Tierra Prometida.

Hoy, Mi Corazón Misericordioso ilumina esta noche, así como esta Luna ilumina con su aro de Luz al mundo entero, testigo fiel de la Presencia de Dios en ustedes, testigo de la Gracia que desciende a través de Mis Palabras y por la redención de todo el género humano.

Sigan rezando en estos días para aliviar Mi Corazón y sepan que con júbilo los estaré esperando en Israel, en nombre de todos sus hermanos de la Obra y de la humanidad; porque les aseguro que Israel será un antes y un después en sus vidas y en la vida del planeta, al volver a manifestarse Mis Códigos Crísticos para el mundo entero.

Eso es lo que los señalará a todos ustedes como Mis autoconvocados. Eso es lo que reconocerá Mi Padre Eterno cuando Yo Retorne al mundo.

Por esta causa estoy aquí, para que se cumpla en ustedes y en sus hermanos del mundo entero, para que despierten los que están dormidos, para que amen de verdad los que odian, para que sean perdonados los que se vengan, para que se rediman los que no fueron rescatados. Todo está siendo contado y previsto por el Señor.

En esta hora de la noche oscura del planeta, tengan fe y sigan adelante. Mi promesa se cumple en el silencio de sus corazones. Es allí en donde Yo quiero vivir para siempre en ustedes, es allí en donde Dios los necesita a todos.

Ahora, bajo esta noche sideral y universal, en donde las estrellas son testigos de la Pasión de Cristo, pero también de Su Ascensión a los Cielos, al Universo; que todas las consciencias, que viven en el cosmos, contemplen este momento de Comunión Espiritual; para que todas esas consciencias que viven en el firmamento, en otras galaxias y en otras estrellas, aprendan de este momento que Yo con tanto Amor les entregué por medio de la institución de la Eucaristía.

Ingresen Conmigo al Cenáculo interior y revivan conscientemente el Sacrificio del Señor, para que este mundo alcance la paz, para que este mundo deje la violencia, para que las naciones se liberen de la impunidad y para que los más pobres y simples ya no vivan en desigualdad, sino en fraterna igualdad, con el fin de que descienda el Reino de Dios a la Tierra.

Dejo en este firmamento estrellado, en esta noche de luna que los abraza, no solo la bendición de Mi Espíritu, de Mi Alma y de Mi Divinidad, sino también dejo aquí latente en este universo sus orígenes; para que se comprometan a llevar este momento al universo, al lugar de donde provienen, lugar al cual retornarán algún día para fundirse finalmente en la Fuente Inmaterial.

Les agradezco una vez más por acompañarme en esta noche solemne. Ingresen Conmigo en la Comunión Espiritual para volver a preparar, una vez más, el templo interior para la Comunión con el Sagrado Hijo que les abre las puertas de Israel para que ingresen en la Nueva Jerusalén.

Oremos también por esta causa y por esta misión; es lo mínimo que les pido.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.   

APARICIÓN RESERVADA DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Escuchen en silencio el latir de Mi Corazón, de un Corazón que se entregó por ustedes y por el mundo.

Este es el Corazón que aún sigue sufriendo por la humanidad y el planeta. Es un Corazón humano, al igual que el de ustedes. Un Corazón que se glorificó y se iluminó. Un corazón que propaga la Paz y la Misericordia.

Este es el Corazón que siente a la humanidad en Su interior. Un Corazón que acoge a todas las almas y a los Reinos de la Naturaleza. Es el Corazón del Creador, del Dios Vivo, del Dios Misericordioso.

Hoy Mi Presencia llega al mundo a través del Corazón del Señor y, de brazos abiertos, contempla el planeta y todo lo que en él habita.

Están en el tiempo de la gran inflexión, pero también en el tiempo del gran arrepentimiento, antes de que más situaciones se desencadenen en la humanidad. Aún la puerta de Mi Misericordia está abierta y es a través de Mi Corazón que llegarán a ella.

El Corazón del Cordero de Dios aún sigue siendo flagelado, pero esta vez de una forma más profunda y desconocida.

Los ideales de la humanidad hieren al Corazón del Señor. 

Las acciones de la humanidad hieren al Corazón del Señor.

La falta de conscientización y de amor hieren al Corazón del Señor.

Ustedes son almas que provienen de Dios y que guardan, en sí, el Amor del Universo.

La injusticia no puede superar al amor en ustedes. Es necesario hacer algo, no solo ofrecer sus oraciones a lo Alto, sino también cambiar. 

La mudanza de los tiempos llegará al compás de los acontecimientos del planeta. Por eso que su corazón no se cierre. 

Este es el tiempo de hacer valer las Enseñanzas de Dios a través de Sus Mensajeros Divinos.

Les volvemos a decir que la Palabra debe cumplirse en ustedes para que sea un testimonio, para que sea una realidad y se justifiquen todas las amenazas que vive el mundo, a través de las naciones y de los gobiernos.

Gran parte de la humanidad es inocente de las guerras, de las persecusiones, del hambre, de la falta de cuidado, de todo lo que está fuera de la Ley.

Pero Mi Retorno no puede ser en este momento, porque aún la humanidad deberá darse cuenta de todo lo que ha hecho. Mi llegada será en un momento culminante, pero también inesperado. 

Las puertas celestiales se preparan para ese momento, a medida que se desencadenan los acontecimientos en la humanidad, en ese ritmo, viene Mi llegada.

No puedo dejar de decirles que aún deben prepararse; y que esa preparación nace de la conscientización, del discernimiento y de la adhesión a la Jerarquía.

La mayoría aprenderá del fin de los tiempos a través de otra escuela, que es la escuela en la cual muchos no deberían estar. Por eso, no permitan que la indiferencia los abrace ni tampoco los colme; no permitan que la indiferencia sustituya al amor.

En los momentos difíciles, piensen en Mi Pasión y en todos los dolores y martirios que Yo padecí por ustedes, desde el Huerto Getsemaní hasta lo alto del Monte Calvario, hasta el momento de Mi expiración.

Allí encontrarán una fuerza interior desconocida que los impulsará a vivir la trascendencia y la entrega; y podrán dar valor a todo lo que Yo he vivido por ustedes, a pesar de que hace mucho tiempo. Mi Pasión espiritualmente es atemporal. 

Las almas pueden acceder a los registros de los acontecimientos que viví hace más de dos mil años porque, en cada paso de Mi Pasión, Yo dejé al mundo una enseñanza, un mensaje, una lección. 

No todos alcanzan a vivir completamente el dolor que sufrí por ustedes. 

Mi Pasión no es para ser comprendida, sino amada. No es para ser reconocida, sino valorada. En ella he dejado los pasos de su santificación, para que siempre sean bendecidos por el Padre Celestial. 

El planeta como consciencia vive su pasión. Una pasión que nunca antes vivió ni padeció y su esencia, que es la humanidad, está enferma.

Por eso, su cambio y su arrepentimiento aliviarán al mundo y a los Reinos de la Naturaleza. Pero las corrientes del universo seguirán descendiendo, seguirán obrando, seguirán transformando, porque al menos una pequeña parte de la humanidad tiene que alcanzar el Portal hacia una Nueva Tierra y una Nueva Humanidad. 

La aspiración del Padre Eterno es que todos puedan llegar a la Nueva Tierra, al nuevo Edén, a la Nueva Humanidad. Pero el mundo, al estar lejos de la Ley, se aleja de ese portal. Por eso, son tiempos de mayores sacrificios y de grandes renuncias. 

Ahora será el ciclo en el que cada uno de ustedes, compañeros, confirmará si está en Mí, para que Yo pueda estar en ustedes. 

Cuando Yo aparecí para ustedes por primera vez, hace más de siete años, fue para este momento, para que vivieran este momento Conmigo y no retrocedieran, no me abandonaran.

La experiencia de la vida crística es para todos, pero sé que no todos la podrían alcanzar, eso no significa estar lejos de Dios y de Su Voluntad, significa estar viviendo diferentes escuelas y aprendizajes. Por eso, todo lo que ustedes hacen se escribe en el universo y es testimoniado.

Son tiempos de mantener las puertas abiertas de Mi Misericordia para que la mayor cantidad de almas se pueda redimir y salvar, al menos puedan tener una oportunidad en el próximo mundo.

Su felicidad, compañeros, estará en el próximo mundo, porque este es el tiempo de la rendición y de la fe para vivir en Mí.

Necesito que sus vidas sean bálsamos para Mi Corazón y no heridas. 

Necesito que sus vidas sean ejemplo de transformación y caridad, y no ofensas.

Yo no los necesito perfectos, los necesito verdaderos y puros de intención para que, a través de ustedes, Yo pueda estar en el mundo llevando Mi Amor a la humanidad y a los lugares que más lo necesitan, más allá de la distancia. 

En Mi Corazón está el refugio de sus almas, la aspiración de sus consciencias, la renovación de sus vidas. Quien no está en Mi Corazón es porque no quiere, es porque no ha visto, más allá de sí mismo, la Gracia recibida. 

Quiero que sean conscientes de la oportunidad de no solo recibir Mi Presencia, sino también Mi Mensaje, de estar cerca de Mí en este tiempo crucial de la humanidad. Eso representa mucho para Mí, porque sé lo que significa, sobre todo, cuando alguno de ustedes Me falla y Me da la espalda, abandonándome, invadido por la incomprensión y la inconsciencia. 

Necesito que vivan la verdad desde el corazón y que, a través de esa verdad que Yo les traigo, aprendan a amar y a servir.

Aprendan a estar entre hermanos en estos tiempos difíciles, porque en cada nuevo Mensaje Yo les traigo Mi Sacerdocio que los viene a santificar y a bendecir en el Espíritu Santo. 

Recemos para que vengan tiempos mejores. No dejen de rezar. El Padre escucha las oraciones de Sus hijos y siente la pureza cuando sus intenciones son verdaderas. 

No dejen de retornar todos los días a la esencia del Propósito y de la Voluntad Divina, así estarán protegidos y a salvo en estos tiempos de oscuridad.

Mi Báculo les señalará el camino. Mi Corazón será la Luz en sus caminos. Mi Manto será su Paz y Mi Cruz su protección.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL PRIMER DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

A pedido de Nuestro Señor todos vamos a cantar, en este momento, uno de los Nombres de Dios, invocando el descenso de la Iglesia Celestial sobre el planeta. Vamos a hacer el cántico Eloha Shamayin.

Todos nos ponemos de pie para reverenciar este momento, aún Nuestro Señor está llegando junto con la Iglesia Celestial.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras las bases de Mi Iglesia se afirman en la superficie de la Tierra, grandes fuerzas del mal son liberadas del planeta por la elevación de las estrellas caídas. Sean bien recibidos por la Iglesia Celestial de Mi Padre y la esencia de todos Sus misterios de Amor.

Ante la presencia de Su Sagrada Arca, reciban los impulsos de Luz que provienen de Dios a través del Corazón misericordioso de Su Hijo.

En compañía del universo angélico, preparen sus corazones en este momento, para ofrecer sus almas a Dios y ser partícipes de esta tarea que impartirá su Maestro y Señor al mundo.

Las puertas de Mi Iglesia ya están abiertas y las almas están llegando al Templo de Mi Corazón.

Las almas llegan, así como ellas se encuentran, en el estado espiritual y material que viven. Con sus imperfecciones y errores, las almas llegan al centro del Templo de la Iglesia Celestial donde en este momento se encuentra el Arca Sagrada, la que actúa como una fuente espiritual de Luz para todas las almas que en este momento se aproximan a ella.

Y a un lado del Altar Mayor de Mi Iglesia Celestial se encuentra la Virgen Madre con las santas mujeres y algunos de los apóstoles, rezando en este momento por ustedes, en el silencio contemplador de la oración que se refracta a través del espejo del corazón.

Lleven su mano hacia el corazón y sientan el latir de su corazón, Mi Corazón late igual que el de ustedes, sintiendo el pulsar de la renovación y de la vida.

Lleven la Luz de Mi Iglesia hacia su corazón y la otra mano que esté en ofrecimiento. Vean la llegada, en este momento, del Padre Celestial en Su estado de Consciencia Única. Y en el vacío de sus seres, realicen la entrega que hoy le darán a su Redentor.

La Iglesia Celestial se sigue expandiendo sobre el mundo para que todas las almas de todas las naciones, pueblos y razas, ingresen a Mi Iglesia Celestial y todos comprendan una sola lengua, un solo sentir, que es el idioma del corazón, inconfundible y perfecto.

Ahora que están conscientes de lo que sus almas están viviendo Conmigo por todos sus hermanos de la Tierra, ingresen al pasillo principal de Mi Iglesia Celestial y aproxímense al Altar Mayor, en donde está el Arca de la Santa Alianza.

Hoy estamos ante el momento en el que Dios pensó en crear a Sus criaturas. Encima del Altar y a través del Arca de la Santa Alianza, sientan en sus corazones el gran momento de Nuestro Padre Creador, cuando Él quiso tener seres semejantes a Él para que lo amaran y lo adoraran.

Estamos ante el Dios de la Misericordia. Sientan el Corazón de Dios que, en Su silencio, implora al mundo diciéndole:

"¡Reconcíliense Conmigo! Yo Soy su Creador, Soy el Principio y Soy el Fin. En Mi Casa existe un lugar especial para cada uno de Mis hijos.

Hoy, Mi amado Hijo Me ha pedido traerlos hacia Mí y ustedes están ante Mí en este momento.

Soy el Dios de la Misericordia, de la profunda Sabiduría Divina, el Dios de la Compasión y del Amor.

Hijos, enderecen sus vidas, corrijan sus caminos, el tiempo final se aproxima y solo Me tendrán a Mí para poder atravesarlo. Soy el Dios de la bondad, el Dios de la aceptación, el incondicional Espíritu.

Hoy su Padre Eterno no mira sus faltas, sino el don que con tanto amor colocó en cada uno de ustedes. ¿Cuándo Me lo ofrecerán? Mi Hijo les ha enseñado cómo hacerlo.

Este es el tiempo de la reconciliación, para que la paz y la cura lleguen al mundo.

He movilizado a todo el universo en este momento, porque su Padre está aquí, viendo cómo Sus hijos se pierden y se maltratan, cómo se alejan de la Ley y de la verdad.

Yo no los creé para que sufrieran, sino para que tuvieran vida eterna a través de la Presencia de Mi Hijo, su Redentor. Pero hoy he permitido que ingresen en Mi Iglesia Celestial para que reciban en sus mundos internos todos los misterios que concedieron esta Creación, desde antes de que ustedes existieran.

Están ante el Legado de la Sabiduría de Dios por medio del Arca de la Santa Alianza. Así, la Nueva Jerusalén se aproxima y los hijos retornan a la Casa de David para retomar el camino, que una vez perdieron, al Propósito de Mi Corazón.

Solo deseo la felicidad para el mundo y no la justicia, pero Mis hijos no lo comprendieron. Una vez descendí, Yo mismo, a la Tierra para enseñarles sobre el Amor a través de la Palabra, de cada una de Mis Llagas, de la entrega absoluta de Mi Corazón.

Yo Soy el Dios Vivo, inmutable e infinito. Mi Casa los espera algún día, pero mientras estén aquí aprendan todo lo que les dona el universo, enmienden sus errores, purifiquen sus faltas y la cura se alcanzará.

Vengo a darles una expiación que hoy no comprenderán, pero que en poco tiempo lo sabrán, porque son sus almas las que necesitan de esta Gracia de escuchar al Dios de la Creación.

El Libro de la Vida de la Creación espera ser reescrito por cada uno de ustedes, por sus experiencias de perdón y de redención.

En este primer día de la llegada de Mi Iglesia a los corazones del mundo, vengo a celebrar junto a Mi Hijo, el primer y fundamental legado que Su Redentor le dejó a la humanidad: el Sacramento de la Eucaristía.

Así como lo hacen sus almas en este momento, en el recogimiento del corazón y en el vacío, prepárense para el ofrecimiento, a fin de que todo lo que aquí pasará, así como todo lo que aquí sucedió, siga teniendo sus frutos de Misericordia y de Amor en cada alma de esta humanidad.

Coloquen su rostro sobre Mis Pies.

Mi Dios, yo creo en Ti,
yo Te adoro, yo Te espero y yo Te amo;
y Te pido perdón por los que no creen en Ti,
no Te adoran, no Te esperan y no Te aman.
Amén.
(tres veces)

Reciban el símbolo de la Geometría Sagrada del Arca de la Santa Alianza y llévenlo al corazón en gratitud y reverencia".

Dice Nuestro Señor que la Palabra de Dios llega al mundo después de dos mil años.

Mi Padre los absolvió.

Nuestro Señor llora por los no creyentes, por los que lo han abandonado y no tuvieron fuerzas para sostenerse en Él, y nos muestra la Luz de Sus cinco Llagas, la Luz de Sus Manos, de Su Costado y de Sus Pies. Y a través de Sus Manos nos presenta Su Corazón dorado de Luz, más fuerte que cientos de soles.

Él, por los méritos de Su Misericordia y de Su dolorosa Pasión, bendice a la humanidad, a los cinco continentes y a todas las naciones, para que la ciencia de la Sabiduría ilumine a las mentes de los hombres a fin de que se establezca la cura y la reparación de la humanidad.

Así como Nuestro Señor nos entrega Su Corazón en esta tarde, entreguémosle también nuestro corazón.

Celebremos.

Como hace dos mil años atrás, Yo les vuelvo a entregar Mi Vida y todo lo que Soy por una simple razón: que vivan en Mi Amor y que conozcan la Verdad.

Que el Padre Celestial reciba estos elementos que servirán de Gracias y de unción espiritual para toda la humanidad, rememorando la Pasión y la Muerte de Nuestro Señor.

Fue así que, cuando Jesús estaba reunido con Sus apóstoles, Él tomó el pan, lo elevó y lo ofreció al Padre, como ofrecimiento de Su Sacrificio por la humanidad. El Padre lo bendijo y enseguida Nuestro Señor lo partió, diciendo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para la remisión de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)

Enseguida Él tomó el Cáliz y ofreciéndolo al Padre para que fuera bendecido, Él lo entregó con todo Su Amor a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la eterna y nueva Alianza, que será derramada por su Redentor para el perdón de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén. 
(en portugués)

Reconociendo la Gracia infinita que recibimos, en la inmensidad de la Misericordia de Dios, reafirmando la Pasión y Muerte de Nuestro Señor por la redención de la humanidad y de toda la Tierra, nos unimos de corazón y de mente a Nuestro Señor Jesucristo y ante Su Iglesia Celestial repetimos la oración que Él nos enseñó para consumar esta consagración.

Padre Nuestro (en portugués y en inglés).

Que la Paz, el Amor y la Misericordia de Cristo desciendan a la Tierra.

"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.

El trabajo más real de estos días sucederá en los mundos internos. Es allí en donde ustedes encontrarán Mis Tesoros para poder servirse de ellos en este tiempo final.

Les agradezco por haber ingresado a Mi Iglesia Celestial.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vamos a cerrar esta transmisión manteniendo presente en nuestra memoria lo que hoy vivieron nuestras almas junto al Padre Celestial, para que en el día de mañana, en el segundo día de la Sagrada Semana, nuestras almas estén más elevadas para ser colmadas por los impulsos de nuestro Padre Creador y de Su Santísimo Hijo.

Nos unimos a cada uno de nuestros hermanos del mundo, en comunión espiritual con Nuestro Señor.

Y agradecemos, siempre agradecemos.

¡Gracias Señor por cuánto nos das!

En este encuentro Te honramos Señor.

Bajo la bendición del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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