APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN UN BARCO, EN EL MAR DE GALILEA, ISRAEL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL 6 DE ABRIL, QUINTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Al fin, han llegado aquí, a Mi sagrado Mar de Galilea, en donde Mi vida pública comenzó con ustedes, en donde el Redentor pisó con Sus Pies esta sagrada tierra para llamar a Sus amigos por su nombre.

Este es el Mar que refleja el Amor de Dios, el Amor de Adonai por todas Sus Criaturas.

Aquí, Yo vine a buscar a los que Me amaban. Vine a llamar a los que Me buscaban y a todos los reuní en el nombre de Adonai para que, a través del Mar de Galilea, el Pescador de almas y de corazones comenzara Su Obra de Misericordia y de Redención en el mundo, preparando a los apóstoles para dar continuidad a Mi Mensaje y a Mi Palabra.

Hoy, están sobre este Mar de Galilea, siendo acogidos por el Amor de Dios, por Su Gran Consciencia Cósmica, por esa misma Consciencia de Amor Universal que trajo al Redentor a la Tierra; el que fue anunciado por los profetas; el que fue adorado por las santas mujeres; el que fue buscado por multitudes y pueblos con el fin de que aliviara el sufrimiento, la enfermedad y la miseria humana.

En este Mar de Galilea, Dios Me presentó, por primera vez, el sacrificio que viviría por el mundo entero. Esta fue la primera iniciación de Mi Corazón ante este mundo material.

Fue aquí en donde todo comenzó para su Maestro, porque un buen Maestro siempre necesita de Sus discípulos, así como Sus discípulos necesitan de su Maestro.

Aquí, en el Mar de Galilea, está guardada la historia de Mi ofrecimiento por la humanidad, por la salvación de este Proyecto Humano.

Aquí, a través de este mar, está la Presencia de Dios y de Su Suprema Voluntad para Sus Criaturas. Este es el gran espejo de todas Sus Leyes Universales. Este es el océano de la Compasión de Dios por Sus Hijos, a través del sacrificio del Señor, Cristo Jesús.

Ahora, por un instante, recuerden lo que aquí vivieron Conmigo en Galilea, en Cafarnaúm y también en el río Jordán, donde fue anunciado el Bautismo a través del Espíritu Santo.

¡Cuántas almas, que están presentes en estos tiempos, siguieron las Huellas del Señor, por tan solo querer tocar por un momento Su Túnica, para ser curados por Cristo!

¡Cuántos aspiraron a ser tocados por el Señor, por la imposición de Sus humildes Manos, al descender la Energía Suprema para la liberación de la esclavitud humana!

¡Cuántos caminaron desde diferentes regiones y lugares para escucharme, para reconocer en sí mismos la Presencia de Dios!

¡Cuánto He vivido aquí, por ustedes y con ustedes!

¡Cuántas veces, al lado de este mar, en el silencio del Señor, He podido contemplar al Padre a través de la naturaleza y, así, poder reconocer Su Voluntad para las almas!

Este es el Mar de la Consciencia de Dios. Él escogió este humilde lugar para todo el mundo, espacio que se completaría espiritualmente con la Pasión y Muerte de su Señor en Jerusalén.

Están aquí, en este día, ante los códigos de vida, de una vida digna, evolutiva y suprema.

Están delante de uno de los espacios internos del Arca de la Santa Alianza, que guarda la experiencia más importante de la vida pública de Jesús por la redención de todo el género humano.

Y hoy, ustedes, en nombre de sus hermanos y hermanas del mundo, al igual que los apóstoles del pasado y que tantas multitudes que Me siguieron, están sobre Mi Barca; la barca de la salvación, que una vez más vuelvo a ofrecerle al mundo para que la Justicia Divina no descienda; para que descienda, así como desciende sobre este mar, la Misericordia de Dios, la Misericordia Divina que renueva todas las cosas.

Por esa razón, Yo estoy aquí con ustedes y por ustedes; volviendo a escuchar al Maestro en el Mar de Galilea; volviendo a contemplar Su mirada de servicio incondicional; sintiendo palpitar Su Corazón Misericordioso, en amor y en aspiración ardiente por las almas de las cuales tengo sed.

En esta Paz de la Consciencia de Dios, que los abraza, renueven los votos internos en esta Sagrada Semana y siéntanse parte Conmigo de este gran momento en Israel; vívanlo en nombre de toda la humanidad y del planeta para que el sufrimiento y la miseria humana sean trascendidos, para que la Misericordia del Redentor vuelva a triunfar en las almas en estos días, en todos aquellos que buscan Mi Paz.

Hoy, dejo aquí grabado este momento con ustedes, para que en los tiempos que vendrán, antes de Mi esperado Retorno al mundo, Yo pueda volver a contemplar, cuando lo necesite, este momento, así como Yo contemplo cada momento compartido con Mis apóstoles y las multitudes que venían a escuchar al Señor de Israel.

Esto es muy especial para Mí y sé que no lo comprenderán. Aunque no lo parezca, de este momento sagrado vivido con los Míos, con cada uno de sus corazones, el Señor retira la fuerza interior que necesita para seguir adelante en esta Obra de la salvación y de la redención del mundo.

Hoy, irradio este Mensaje a toda la humanidad desde el Mar de Galilea y, como les dije la última vez, ahora sí deben caminar con fe sobre las aguas, así como Pedro caminó; pero ahora serán ustedes los que deberán caminar hacia Mí en confianza, en fortaleza y en fe, para que sus miedos más profundos se disuelvan para siempre, así como los apóstoles disolvieron sus miedos internos en aquel tiempo.

Yo Soy el Señor de la Barca de la Salvación y recibo a todos sin condiciones ni reglas, porque es el Amor y la Compasión del Padre Eterno que los recibe.

Y, a través de este día en el Mar de Galilea, Yo los vuelvo a bendecir y a darles Mi Paz, la Paz que debe confortar al mundo, la Paz que debe fortalecer a las almas en estos tiempos de transición, la Paz que les debe hacer sentir que ustedes están Conmigo y Yo estoy con ustedes, en confianza y en fe, en amor y en esperanza.

Así, abro las puertas de Mi Iglesia Espiritual y Celestial para que, a través del Mar de Galilea, sus corazones vuelvan a ser bendecidos y reciban Mi Cuerpo y Mi Sangre como la última alianza definitiva con su Señor y Redentor.

Celebren este momento, así como lo celebra su Señor y Maestro, en un profundo gozo espiritual y divino por la redención de la humanidad, por el establecimiento de la paz, por el descenso del Reino Celestial en este planeta.
 

Amado Mar de Dios,
océano profundo de la Misericordia Divina,
expresión perpetua de la Compasión de Dios,
testigo fiel de la redención y de la conversión de las almas.

¡Oh, sagrado Mar de Galilea!,
reflejo de la Presencia del Único Dios,
irradia tus códigos crísticos de vida,
ofrecidos por amor en cada paso vivido por el Maestro,
reúne en este océano a todos los que tienen sed de ti.

¡Oh, sagrado Mar de Galilea!,
 reflejo de la Esperanza de Dios,
haz renacer a todas las almas del mundo,
cicatriza las heridas del sufrimiento y del error,
concédeme la Gracia de purificar a los Míos con esta agua,
para volver a bautizarlos
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Sagrado Mar de Galilea,
haz que las almas encuentren
Mi Presencia Eterna de Amor.

Amén. Amén. Amén.
Que así sea.

 

En nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.