Lunes, 19 de junio de 2023

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras la humanidad se distancia de Dios, Yo los llamo a la consagración.

Mientras reina la indiferencia en el mundo, Yo los llamo a servir.

Mientras reina la ignorancia en el corazón de los hombres, que continúan ultrajando y asesinando a los animales, Yo los llamo a orar por los Reinos de la Naturaleza, Yo los llamo a transformar su relación con la vida, para comprender que no solo habita dentro de ustedes, sino en todos los seres que viven y respiran.

Toda la Creación fue pensada por Dios, cada pequeño detalle de la vida fue emanado del Corazón del Creador. Todo tiene un motivo de existir, una razón y un valor; todo guarda en sí un misterio que es revelado a los corazones que se abren para contemplar la Presencia Divina a través del don de la vida.

Cada pequeña flor tiene un propósito, guarda en sí una geometría sagrada que comunica a la Creación una información, una instrucción que ayuda a que las conciencias retornen a Dios.

Cada especie de la naturaleza tiene una misión y, para que se cumpla, primero la humanidad debe manifestar su Propósito. Es a través de la evolución humana que la naturaleza también camina.

Cada vez que dan un nuevo paso y viven una nueva experiencia de amor que trasciende el amor individual, el amor humano, el amor que busca algo del otro, y viven el Amor Crístico, aquel que se entrega sin restricciones, sin buscar nada a cambio, cada vez que son capaces de vivir esto, la naturaleza, hijos, también es llevada a vivir su propósito.

Es así que la mirada de un animal puede transformar un corazón; es así que el amor del animal también se torna desinteresado. Y, aunque la humanidad no lo reconozca, el Amor Crístico comienza a impregnar toda la vida.

A partir del momento en que este Amor despertó en el Corazón de Jesús, abrió una puerta para que toda la Creación pudiera vivirlo, para que este Amor impregnara a todos los Reinos y, sobre todo en este planeta, para que todas las criaturas pudieran expresarlo.

Pero este Amor aún es un potencial dentro de muchos seres, un potencial oculto, silenciado por los estímulos del mundo, silenciado por un amor que busca el reconocimiento y el retorno de los demás. La humanidad hoy está distraída con esta expresión de amor humano, que tiene su valor, pero no debe acabar allí.

Amar, hijos, no debe ser solamente emitir un sentimiento sobre alguien o alguna cosa; el amor nace de la expresión del Propósito Divino en el corazón de los seres, cuando son capaces de amar el Propósito que Dios tiene para el otro y sirven desinteresadamente para que ese Propósito se manifieste.

En el camino del amor, en la trayectoria de su desarrollo, nace la fraternidad en los corazones. Todo lo que les digo les parece obvio, pero es muy difícil de practicar cuando son llamados a colocar al otro primero, cuando son llamados a ir más allá de sus imperfecciones y a amar la esencia divina que pulsa en su interior, a amar el pensamiento perfecto que una vez emanó del Corazón del Creador y que se manifestó a través de la vida.

El tiempo del Retorno del Señor se aproxima, y el amor será la señal viva en sus consciencias de que son Sus compañeros; el amor será la luz que, en tiempos de oscuridad, le señalará al mundo dónde están los compañeros de Cristo. Y esto va más allá de las religiones, de las culturas, de las naciones, de las razas. Se trata de amar así como Cristo amó, donando todo de sí para que se cumpla el Propósito de Dios.

Las almas gritan en el interior de los seres en busca de esta experiencia de amor. Por eso, los llamo a la consagración; por eso, les pido que sus acciones y su propia vida sean el símbolo de su consagración, porque la humanidad necesita ejemplos. Las almas están buscando y necesitan encontrar dónde está el Amor de Dios.

Profundicen cada día en los grados de amor, en la posibilidad de servir a todos los Reinos de la Naturaleza, de servir también a los hombres y mujeres de este mundo, aquellos que están olvidados, que están enfermos, que están sumergidos en la oscuridad de su propio interior, en los abismos del sufrimiento interno que el vacío de Dios causa en las almas.

Yo los llamo a ser luz en el mundo a través del amor. No será a través de las destrezas o de las virtudes; no será a través de lo que son capaces de hacer o realizar, sino de lo que son capaces de ser.

No afirmen, hijos, que es difícil amar. Para aprender a amar, Yo les doy dos llaves: la oración y el servicio.

Si son capaces de orar por los demás, y de orar todos los días, sus consciencias se aproximarán más a Dios, y el Propósito que habita en su interior comenzará a crecer.

Si unen la oración al servicio y son capaces de salir de sí mismos para prestar atención a los que sufren, a la necesidad que se presenta, a los Reinos de la Naturaleza; entonces, hijos, la oración tomará vida y se convertirá en acciones y, en todos los niveles de la consciencia, desde los universos espirituales hasta la vida material, sus consciencias comenzarán a ingresar en el Propósito Divino.

Cuanto más sean capaces de orar y de servir, más transformarán la condición humana. Cuando sean capaces de escuchar más que de hablar, cuando sean capaces de silenciarse para buscar la Voz de Dios, podrán seguir profundizando en este Propósito Divino.

Hoy, Me alegra ver corazones que aspiran a profundizar en su consagración, Me alegra ver corazones dispuestos a transformarse para ser dignos y consecuentes con la Voluntad Divina.

Y quiero que se preparen para esta consagración, que reflexionen en sus vidas lo que es ser Hijos y Amigos de San José.

¿Cómo fue San José en Su vida? ¿Cómo vivió? ¿Qué hacía? ¿Cómo pensaba? ¿Cómo atravesaba cada dificultad de la vida? Porque Yo también pasé por dificultades.

También fui tentado a pensar que cumplir la Voluntad de Dios sería imposible, pero el Amor del Padre triunfó más allá de Mi condición humana. Y es por eso que el Señor Me pidió que viniera a consagrar el mundo a través de esta nueva consagración de Hijos y Amigos, aquellos que seguirán Mi ejemplo de unión con la Sagrada Familia, de sumisión a la Voluntad Divina, de humildad y de servicio, para que al final de todo, hijos, el Amor de Dios pueda triunfar más allá de la condición humana.

A través de esta meditación sobre lo que verdaderamente es consagrarse, sus corazones estarán prontos para dar un nuevo paso.

Por eso, les pediré que, el próximo fin de semana, se reúnan aquí, como en cada Centro Mariano, para profundizar en esta consagración; para que, a través de los instructores de esta Obra, que son llamados a profundizar junto con ustedes en su camino de entrega y servicio, cada uno pueda meditar más profundamente, comprender más ampliamente lo que significa la consagración, para que así puedan dar un nuevo paso, y que este no sea por emociones, sino por la consciencia, por la verdadera Voluntad que proviene del Corazón del Padre, y que se manifiesta en el corazón de cada uno de Sus Hijos, de retornar a Él, de vivir lo que Él pensó aun en un tiempo de caos, de confusión, un tiempo en el que las almas están enfermas y manifiestan sus enfermedades en la mente y en el corazón de los hombres.

La cura, hijos, la encontrarán en la consagración de sus vidas.

Hoy, consagraré a los primeros Hijos y Amigos de San José, que sin saberlo ya han estado preparando sus corazones para este momento.

Y, paso a paso, a medida que vayan preparando sus corazones para vivir esta consagración, también los consagraré a través de Mis sacerdotes o en Mis Apariciones. Mientras Yo venga al mundo, los consagraré.

Hoy, que vengan aquí aquellos que participan en el Linaje de los Reinistas.

Hoy, Yo los llamo en representación de la humanidad, por aquellos que deben despertar, por las familias del mundo, por los que necesitan conocer y reconocer el Amor de Dios, por los que necesitan aprender a servir a los Reinos de la Naturaleza.

En oración, en sus corazones, pidan por las familias del mundo y por los que no tienen una familia; pidan por las familias refugiadas, por las que viven en las calles, por las que viven en guerras, por las que viven en guerras dentro de sí, por las que están divididas, por las que están distantes de Dios.

Oren por sus padres; agradezcan el don de la vida.

Oren por los enfermos, sobre todo por los enfermos de corazón.

Oren por los Reinos, por los Reinos ultrajados y olvidados, por las grandes florestas y los pequeños jardines. Oren por el don de la vida.


En este momento, San José pide que le traigan agua bendita.


Que esta agua los renueve, renueve su aspiración de amar, de servir y de cumplir el Propósito Divino.

Por la Gracia que Dios Me concedió de interceder por el mundo y por las almas que más necesitan, Yo los consagro como Hijos y Amigos de San José para que caminen Conmigo en la transformación de sus vidas, para que reencuentren el Pensamiento de Dios que habita en sus corazones, para que manifiesten Su Propósito, trascendiendo la condición humana, para que aprendan a amar y a servir más allá de sus limitaciones, para que vivan con plenitud el don de la vida, y así, hijos, en humildad y poco a poco, tornen sagrado a este planeta con su presencia.

Sean luz para el mundo, aun en tiempos de oscuridad.

Sean cura para las almas enfermas, a través del amor de sus corazones.

Oren Conmigo por un mundo que cumpla el Propósito de Dios; por religiones que se unan en un único propósito de hacer sagrada a la Tierra; por familias que se unan para manifestar el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Oren Conmigo por un corazón humano preparado para el Retorno de Cristo, para estar ante el Redentor y no temblar por sus pecados, sino regocijarse por Su Presencia.

Oren Conmigo para que la Voluntad de Dios para este planeta no permanezca latente dentro de los hombres, sino que sea una realidad, que todos puedan ver, sentir y experimentar. Que esta sea la renovación del propósito de sus vidas.

Tienen Mi bendición para esto.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Gracias, San José, por cuánto nos das.

Vamos a cantar "Sagrada Familia" para despedirnos de San José y prepararnos para la Comunión Espiritual.