Domingo, 5 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Misericordia es el resultado de la piedad divina.

Misericordia es el fruto del Amor de Dios por Sus criaturas y de la certeza del Creador del triunfo de Su proyecto redentor.

Misericordia es el manantial de la Fe del Creador que se derrama sobre las almas para anunciar que Dios jamás desistió del potencial humano.

Misericordia es el vehículo del sacrificio, es el suelo que ampara los pies de los que caminan en busca de un amor superior, que une los universos y las dimensiones.

Misericordia es el vientre de la Creación, es lo que permite que el Creador siga generando nuevas esencias, incluso con el resultado aparente de Sus criaturas, sobre todo con las que viven en el proyecto humano.

Misericordia es la puerta que se abrió para que el Hijo de Dios se hiciese carne entre los hombres y es la puerta que se abrirá para que este mismo Hijo, en unidad perfecta con el Padre, retorne al mundo.

Misericordia es el bálsamo curador que le devolverá la visión a los ojos que estaban ciegos para que puedan contemplar al Redentor.

Misericordia es el poder restaurador que le devolverá a los que estaban perdidos y sin fuerzas la posibilidad de servir a Dios.

Misericordia es la puerta que se abrirá por medio del perdón, que lavará y curará a las almas de todo el pasado vivido en este mundo y en todos los otros.

Misericordia es lo que son llamados a vivir para después donar.

Misericordia es lo que son llamados a donar para después ser.

Misericordia es lo que son llamados a ser para que vivan en sí la Cristificación, la unión perfecta con el Hijo de Dios y, por intermedio de Él, con el propio Dios.

Misericordia es el Agua que sacia la sed de los que caminan en el desierto.

Misericordia es la Sangre que se derrama para redimir y rescatar a las almas.

Misericordia, hijos, es lo que este mundo más necesita en este tiempo. Por eso, busquen, clamen, encuentren, reciban, donen y sean la Misericordia.

Su padre y compañero, el que les enseña a ser misericordiosos como el Hijo de Dios,

San José Castísimo