Sábado, 25 de mayo de 2013

Mensajes semanales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA

Como María, la misma Bienaventurada de Nazaret, quiero volver a reunir en el silencio de la oración a los que aspiran a seguir las Leyes dictadas por el Señor.

Como en tiempos antiguos, reúno al rebaño del Redentor para formarlo por medio del amor y de la fidelidad con Dios. 

En Mi silencio acogía a los que buscaban a Jesús, los instruía en la oración, en la unión con Dios, en la simplicidad y en la fe, para que esa unión con Cristo pudiera tornarse eterna. 

Dos mil trece años después, vengo a realizar lo mismo. Reúno, alrededor de Mi Corazón, a todos los que aspiran a vivir entregados a una Voluntad Mayor, Voluntad que rige el universo y todo el Reino Celestial. 

Vengo para que, por intermedio de la oración, del silencio y de la paz, las almas de esta Tierra se aproximen a Dios y a Su Hijo Glorificado por toda la eternidad. 

Desde el principio de Mi concepción virginal y pura, el Señor Me entregó la misión de cuidar a las criaturas de la Tierra, formarlas y conducirlas de vuelta a Su Reino Celestial cuando fuera el momento.

Mucho tiempo pasó, las criaturas de la Tierra vivieron todo lo que pudieron vivir, Mi Hijo Jesús le mostró al mundo cómo se llega al Reino Celestial y, ahora, hijos Míos, es tiempo de retornar a la Casa del Creador.

Cuando hablo que es tiempo de retornar, es porque es tiempo de buscar el camino directo hacia el Reino de Dios. El Señor ya aguarda la llegada de Sus hijos. 

Dios no tiene expectativas de que hayan aprendido mucho o evolucionado mucho, solo abrió Sus Brazos y Su Voz hizo eco en el universo, diciendo a Sus criaturas: "Retornen".

Cuando un decreto de Dios cruza los espacios, Su Sierva y Sus ángeles se preparan para reunir a todos los que deben retornar a la Casa del Señor. Las puertas del Cielo están abiertas para todos los que se arriesguen a abandonar las cosas de la Tierra para ganar las cosas del Cielo.

La Casa del Señor debe despertar en el corazón de los hombres. El Reino de Dios debe nacer en el interior de cada uno, porque retornar al Señor es vivir en Su Corazón, estando en el propio corazón.

Nuestro Padre Celestial aspira a que toda la Tierra sea un prolongamiento de Su Reino, donde todas Sus criaturas imiten al Hijo Primogénito, cristificado por el Amor y por el sacrificio. 

La oración es el camino de retorno, el sacrificio es la llave para ingresar en ese Reino escondido en su interior, y la donación de sí decretará esa unión eterna con Dios.

Retornen, retornen al Corazón de Dios. Despierten en la Tierra Su esperado Reino de Amor. El mundo en el cual viven fue creado para ser un reflejo del Reino de Dios, y sus corazones fueron creados para ser reflejos del Corazón Glorificado de Cristo. Sus vidas deben espejar la devoción y el sacrificio, el amor y la paz, la unidad y la fraternidad. 

El primer paso debe ser dado por cada uno, en nombre de todos. Sigan adelante, unos por los otros, fortalezcan la fe en sus corazones por medio de la atención a las Palabras pronunciadas por Mi Hijo Jesús. Cristo les trajo las llaves para trascender este mundo material y convertirlo en un espejo del Reino de Dios.

Comprendan la grandeza de los tiempos en que viven, valoren las Gracias Celestiales que llegan a sus espíritus, respondiendo con persistencia al llamado del Señor. 

No ignoren la Voz de Dios que les habla: "Retornen, retornen, retornen a Mi Corazón". Retornen al Origen Celestial del cual provienen mediante la vivencia del amor para el cual fueron creados. Es hora de cumplir con la misión para la cual fueron enviados. 

Cuenten con el auxilio de los Mensajeros enviados por Dios y escuchen verdaderamente las Palabras pronunciadas a lo largo de los años. Permitan que ellas vivan en sus corazones y, en el día a día de sus vidas, vivan esas Palabras. 

Les agradezco por acompañar Mi tarea con el corazón.

Yo los amo.

María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad