Queridos hijos:
Cada vez que desciendo del Cielo y vengo a su encuentro es para renovarlos.
Cada vez que están ante la Esclava del Señor, ustedes se pueden volver mejores apóstoles de Mi Hijo. Es a través de los apóstoles de Mi Hijo que su Madre Celeste consigue interceder y aliviar a la humanidad, porque los apóstoles de Mi Hijo están en misión y en servicio.
Que esta paz, que hoy reflejan los Espejos de Mi Corazón sobre este lago de Luz, les permita crecer en el amor y en el servicio incondicional.
Hoy, también, de forma especial, su Madre Celeste les ofrece un acto de reconciliación, en especial un acto de reparación de todo el pueblo francés que, a través de los tiempos, tuvo la Gracia de recibirme por medio de distintas Apariciones y Revelaciones.
Deseo que Francia nunca se olvide de que solo a través de Mi sacrificio podrá obtener la paz y el perdón de todas las deudas ocasionadas desde la colonización francesa en diferentes pueblos y culturas del mundo.
Que esta aspiración de la Madre de Dios, por el pueblo francés, se pueda cumplir algún día para que la consciencia de esta nación y la de su Ángel Guardián consigan establecer el Gobierno Espiritual de Dios, del cual todos los franceses necesitan para aprender a gobernarse en la verdad, en la transparencia y en el Amor de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz