Lunes, 7 de septiembre de 2015

Mensaje extraordinario
MENSAJE EXTRAORDINARIO DE MARÍA SANTÍSIMA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Relato del Mensaje extraordinario: 

Respondiendo a un pedido de San José, estuvimos en ayuno y en vigilia, durante todo el día, en el Centro Mariano de Aurora.

Para preparar la procesión de San Miguel, que se realizaría por primera vez, diferentes grupos de oración oraron de las 7 h a las 19 h, en cuatro puntos del Centro Mariano: en la Ermita de San Miguel Arcángel, en el Hogar de Adoración, en el Portal de la Paz y en la Geodésica, en donde se encuentra un cuadro con la imagen de Cristo Glorificado.

A las 20 h, los hermanos presentes en el Centro Mariano iniciaron la procesión de San Miguel Arcángel y, en ese mismo momento, cuando yo estaba con algunos hermanos orando en el monasterio, tuve una visión: vi a muchas almas, en diferentes situaciones de sufrimiento que venían desde Oriente Medio hasta el Centro Mariano y estaban siendo ayudadas a través de los portales de luz que se abrían en los puntos en los cuales oramos el día entero.

Después de un tiempo, vi un ángel vestido de blanco que se colocó sobre la Ermita de San Miguel. Él dijo; "Soy el Ángel de la Paz". Detrás de Él, vi un gran portal hacia el Reino Celestial, a través del cual vi coros de ángeles entonando, en muchas voces, melodías divinas. Las almas que llegaban al Centro Mariano comenzaron a cruzar el portal, por detrás de ese ángel, en dirección al Cielo.

Algunos minutos después, vi aparecer a Nuestra Señora, como Rosa de la Paz. Ella tenía en Sus manos un gran rosario y, con las manos abiertas  hacia abajo, hacia una oración en voz alta y fuerte. María agradeció las oraciones que hicimos el día entero y, a pesar de estar muy agradecida, Su rostro aún reflejaba mucha tristeza y preocupación.

En seguida, apareció en las manos de María un manto manchado de sangre, casi todo rojo. Le pregunté qué era ese manto, y Nuestra Señora respondió: "Este es el Santo Sudario que restauró al Cuerpo de Mi Hijo Jesús".

En ese momento, vi a muchas almas que llegaban decapitadas, mutiladas y torturadas de diferentes formas. Nuestra Señora las envolvía con el Sudario de Cristo y las restauraba. Esas almas se reconstruían y, en seguida, pasaban por el portal de luz, detrás de María.

Era inexplicable lo que yo sentía al ver los ojos de esas almas cuando ellas veían el rostro de Nuestra Señora y se dirigían, cansadas, hacia Sus brazos. María transmutaba y transformaba toda la tristeza y el sufrimiento de ellas y las elevaba a Su Reino. Después de un largo tiempo realizando este movimiento, Nuestra Señora nos entregó un Mensaje extraordinario diciendo:

 

Hijos: 

Mi Corazón Inmaculado hoy estuvo presente en todos los Centros Marianos del mundo y en todos los hogares de los que Me ofrecieron una sincera oración por la paz, proclamando la victoria de Mi Hijo Jesús en todas las almas que claman por Misericordia y por Justicia.

Sepan, Mis amados, que aún hay mucho para ser liberado, y vengo a su encuentro extraordinariamente para que sientan en Mi Presencia los méritos de sus oraciones.

Hoy Me uno a los orantes del mundo y le clamo al Padre por Misericordia para Mis pequeños que se pierden en el sufrimiento y en la angustia del constante miedo a la muerte.

Hijos Míos, les pido, por medio de Mi Presencia aquí, en este Centro Sagrado, que sus corazones y espíritus continúen siendo impulsados a hacer de los días de vigila el ejercicio permanente en sus vidas. 

El mundo agoniza y hiere el Corazón de Dios y de Sus Mensajeros. Muchos están perdiendo la fe y la esperanza ante un destino espiritual incierto. Mis pequeños se están preguntando dónde está Dios para socorrerlos del sufrimiento y del dolor; y Yo les digo, Mis amados, que Dios está en el corazón de todos aquellos que claman por Él. Por eso, lleven la Paz de su Señor, depositada en sus corazones, a las almas que más lo necesitan. 

En oración, aseguren Conmigo el Santo Sudario que restauró el Cuerpo flagelado de Mi Hijo, para restaurar a las almas y a los espíritus torturados por la oscuridad del mundo.

Mis queridos, ustedes ya no son ignorantes ante la realidad planetaria, no permitan que más infiernos se abran en el mundo. Oren, oren sin cesar. Alivien Mi Corazón para que Yo pueda interceder por todos.

Cuento con sus plegarias, con sus súplicas, con sus más sinceras oraciones.

Si sus ojos pudieran ver la luz que vuelve a brillar en los ojos de aquellos que reencuentran a Mi Inmaculado Corazón después de sufrir tanto, no perderían ni aun un segundo de sus vidas sin pedir la Misericordia del Creador. 

Establezcan el Reino de Dios en el mundo y clamen por Su Piedad eterna.

Yo los bendigo y les agradezco por responder a Mi llamado. No dejen de escucharme jamás. 

Su Madre María, Rosa de la Paz