Cuando sientas un gran vacío en tu vida y creas que no tendrás fuerzas para entregarte a Mí, dirige tu mirada al Cielo y dime qué es lo que esperas de tu vida.
No existe nada más que la transformación de la consciencia, especialmente para los que se consagran todos los días a Mi Corazón. Yo vengo en la Hora de la Misericordia para que todos los días Me entreguen, con confianza, un poco más de sus vidas y de sus fallas.
Cuando las almas consigan identificar esta escuela de la Tierra como la escuela de la constante purificación de la materia y de la consciencia, a partir de allí podrán dar los pasos para encontrarme.
Deja de lado todo aquello que te atormenta; debes saber que Yo no solo Me encuentro en la Luz, sino también en la oscuridad para redimirla. Yo Me encuentro tanto en la alegría como en la tristeza y en la desolación.
Yo acompaño a Mis amigos por el desierto; en silencio voy siguiendo las marcas que dejan sus pasos al caminar. Yo estoy en todas partes y en todos los acontecimientos; Mi Corazón acompaña sus aciertos como sus faltas, nada errado cometido en sus vidas Me quitará la paciencia. Sepan que Yo fui el Cordero Inmolado, Yo fui la Consciencia que conoció a la humanidad equivocada y condenada.
Aquel que se dirige a Mi Fuente nunca tendrá sed. Búscame. Llámame. Implórame y te dejaré libre de las equivocaciones.
Sabe desde ahora que Yo Soy el Perdón manifestado, Yo Soy tu Compañero fiel, que aprende junto a ti.
Quédate en Mi Paz.
Bajo la Gracia de Dios, sean bienaventurados.
Gracias por buscar la Luz de Mi Corazón.
Cristo Jesús