Sábado, 30 de agosto de 2014

Mensajes mensuales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EXTRAORDINARIA EN LA CIUDAD DE BRASILIA, DISTRITO FEDERAL, BRASIL, TRANSMITIDO POR MARÍA, REINA DE LA PAZ Y DE TODOS LOS PUEBLOS DE ESTE MUNDO, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Mis amados:

Mientras el mundo agoniza y muchas almas sufren las consecuencias de sus acciones, otras son bendecidas por la Gracia de Mi presencia.

A los que duermen, entrego Mi Misericordia, para que un día puedan despertar y volverse dignos hijos de Dios Padre y Salvador. A los que están despiertos, entrego Mi Gracia, para que puedan volverse soldados de Mi ejército mariano.

Hoy, Mis queridos, retorno a esta ciudad, porque deseo encontrar aquí algo más que el espíritu de Devoción. Aquí deberá pulsar el corazón activo de esta nación tan querida por Dios y por Mi Inmaculado Corazón.

Aún veo mucha ilusión en el mundo, aún veo que las almas no comprenden Mi Llamado, porque no permiten que Mi Verbo los transforme por completo.

Mis queridos, llegó el momento de que Mi presencia se vuelva viva en los corazones de aquellos que Me escuchan. Hasta este momento, fui construyendo la unión de vuestros corazones con el Mío para conducirlos al Corazón Sacratísimo de Mi Hijo. Pero ahora, Mis queridos, es el momento de que esta Gracia que reciben de estar Conmigo no sea solo el motivo de alivio de vuestras angustias y temores; porque el mundo necesita de seres despiertos, de soldados dispuestos a entregar todo por Amor a Dios y por la salvación de las almas.

Mis queridos, quiero decirles que no vengo al mundo solo para encontrarlos en devoción y fe; quiero encontrar los corazones más conscientes del tiempo en que viven, porque ya les fue dicho mucho y poco pudieron comprender verdaderamente.

Aquellos que Me escucharon no creyeron realmente en Mis palabras, porque sí así fuera, sus vidas ya serían otras y en vuestros internos habitaría otra fortaleza, que no es del mundo.

Quiero que Mis palabras lleguen a los corazones, para tocarlos con el Amor Celestial, y que también lleguen a lo profundo de vuestros seres, para transformarlos en instrumentos del Corazón de Dios.

Por todas las Gracias que les entregué, les pido que escuchen realmente Mi Llamado. No duden más de Mi presencia, pues Mi Corazón los hace sentir Mi Amor y toco vuestras almas, disipando el miedo de encontrar lo Divino. Ahora es el momento de crecer y esperar Mi llegada, como un compañero de Cristo, aquel que Lo espera para, junto a Él, manifestar la Voluntad del Padre.

Mis queridos, hubo un tiempo en que los hombres y las mujeres de Jerusalén escucharon con atención las palabras de su Maestro, despertaron a la devoción y a la confianza en Su Verbo Divino, lo acompañaron en Su Pasión, lloraron Su muerte, Lo glorificaron en Su Resurrección. Después de Su sagrada ascensión, se volvieron Sus apóstoles eternos, compañeros de Su Divino Amor y, por la eternidad, esperaron Su presencia, entregando la vida para que otras almas alcanzasen el despertar.

Ahora, Mis queridos, esos hombres y mujeres de Jerusalén deben resurgir, para esperar, sentados a la mesa de la Redención, el glorioso retorno de Cristo y reconfirmar el compromiso que como humanidad realizaron con Su Divino Corazón.

Esos hombres y mujeres de Jerusalén deben volver a sentarse a la mesa de Mi Hijo, repartir el pan y el vino y comulgar de Su presencia viva para la renovación de este mundo.

Hoy les digo que, si en otro tiempo existieron aquellos que entregaron todo a Dios por amor a Su Hijo, después de 2014 años, ese amor debe haber madurado. Para que así, ante las pruebas de estos tiempos, esos hombres y mujeres venzan el temor de perder el mundo y perderse a sí mismos, para vivir en Cristo y por Cristo eternamente, proclamando Su retorno, Su resurgimiento en Gloria y Divinidad.

A los que Me escuchan, Yo les agradezco y a los que tornaron vivas Mis palabras, Yo los convoco a caminar a Mi lado.

Los amo eternamente, Vuestra Madre y Reina de la Paz,

María Santísima