Bienvenidos a Mi regazo de amor.
Mi Amor Maternal los cubre para que vuestros seres sean protegidos de todo mal.
Alabado sea Jesús en vuestras vidas.
Queridos hijos:
Hoy vengo hasta ustedes para nombrarlos Embajadores de la Paz y de la Misericordia de Mi Hijo, ante todas las naciones del mundo.
Mis soldados marianos, aquellos que no tienen miedo de morir a sí mismos y trascenderse por completo bajo Mi Amor y Mi Guía, serán los embajadores de Mi Reino en este mundo.
A ellos los invito a estar diariamente unidos a Mi Corazón Inmaculado para concretar, en cada uno de sus corazones, la Misión Mariana Universal que sellaré en ellos.
Esa Misión Mariana Universal llevará adelante la oración perpetua como estandarte y la Luz Divina del Reino de Dios como fruto del esfuerzo y la entrega.
Quiero que estos soldados marianos, que serán pequeñas células de Mi Inmaculado Corazón, sepan que estarán indivisiblemente unidos a Mí y que Mi presencia maternal los guiará siempre.
En cada corazón colocaré una molécula de Mi Pureza Virginal, aquella que les dará la posibilidad de vivir la pureza del corazón y llevar esa pureza a donde vayan.
Cuento con esos soldados marianos para que, a través de la oración del corazón, enseñen a sus hermanos a orar Conmigo como ellos aprendieron; formen nuevos grupos de orantes que se unan al ejército mariano de Luz, para así asistir a esta humanidad dormida y llena de dolor.
Los aguardo a todos ustedes, Mis amados hijos, para que esta Misión Mariana Universal llegue hasta los rincones más lejanos del planeta.
Anímense, hijos Míos, a entregarse por entero a la tarea que les propone la Virgen María, Madre de todas las criaturas.
Los espero a todos en Mi corazón Inmaculado.
Gracias por estar hoy Conmigo.
María, Madre de Dios y Madre de todos