Sábado, 4 de marzo de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 44.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Hoy Mi Sagrado Corazón está entre ustedes para iniciar un nuevo camino de renovación que los llevará hasta Mi Sagrada Semana, en donde nos reencontraremos, todos los días, para recordar el valor de Mi Pasión, y así, revivir los códigos que le han dado a esta humanidad la posibilidad de despertar Nuevos Cristos.

Aún deseo que ese Proyecto se cumpla en esta humanidad, que las puertas a Mi Divina Misericordia se sigan abriendo para que millones de almas beban de Mi Fuente de Amor y de Verdad.

He venido aquí para reencontrarlos en la fe y en la certeza de que ustedes aman Mi Corazón Misericordioso, presente en todos los Sagrarios de la Tierra y en todos los Santísimos del mundo.

Dichosos de aquellos que beben de esos códigos para fortalecer sus almas en estos tiempos.

Dichosos de aquellos que persisten trabajando todos los días con Mi Divina Misericordia, hasta que, finalmente, se alcance Mi gran aspiración de retornar al mundo en Cuerpo, Alma y Divinidad, para hacer resplandecer todo lo que existe en él y más allá de él.

Hoy vengo con la mansedumbre de Mi Corazón para que lo imiten. Porque será en la mansedumbre de sus corazones que podrán vivir la purificación y no temerán las pruebas que llegarán, porque aspirarán a encontrarlas para demostrarle al Padre Eterno que ustedes podrán superarme en el amor.

Quiero encontrar en sus caminos, compañeros, la posibilidad de poder estar en ustedes y, por medio de sus esencias, traer los códigos de la Gracia que necesita el mundo.

Por eso, a través de la adoración, de la contemplación a Mi Santa Faz, ustedes serán merecedores, compañeros, de recibir poco a poco todos los códigos del Universo; aquellas sublimes energías que harán de cada uno de ustedes plenos servidores de Dios en estos tiempos.

Por eso, hoy también Me encuentro aquí para descubrir esas virtudes en sus corazones.

Quisiera que pudieran penetrar el misterio de que, a través de la adoración al Hijo de Dios y de la contemplación de Su Santa Faz, ustedes pueden cruzar esos portales que Yo he instituído en esta humanidad, a lo largo de los tiempos, para que las almas se pudieran saciar de Mi Amor misericordioso y con Mi absoluta Paz.

Serán estas bases que Yo les ofrezco, simplemente, las que podrán hacer de esta humanidad una raza sagrada en el futuro.

Hoy vengo también aquí con Mi Corazón agonizante al ver, aún, la indiferencia de la humanidad.

Quiero que suplan esta necesidad de amor, de esta sed de amor que Yo tengo de cada uno de ustedes.

Así, Yo podré seguir viniendo al mundo para traerles la paz, la confianza, la esperanza, la liberación y la renovación de las consciencias.

A partir de este día, compañeros, comienza un nuevo camino para ustedes, que es iluminado por Mi Sagrado Corazón, para que en la próxima Sagrada Semana, ustedes estén más firmes en sus decisiones y elecciones.

Porque, de tiempo en tiempo, Mi Corazón viene a pedirles algo, que cada uno de ustedes ya sabe lo que es; porque en algún momento lo ha podido descubrir en su oración, o por medio de la adoración en el Santísimo del Altar.

No tengan miedo de saber lo que deben darme en este tiempo.

Tengo grandes tesoros para todos; muchos, desconocidos por todos, que se guardan en Mi Sagrado Corazón, en el Reino de los Cielos, en donde reinan la verdad y la unidad.

Quisiera que salieran de aquí, compañeros, con una reflexión profunda en el corazón, de que están invitados a dar nuevos pasos para concretar, en esta raza, la tan esperada trascendencia de los tiempos, que hará posible el rescate de esta humanidad y de todos sus Reinos menores.

Quisiera que caminaran a Mi lado, en confianza, así como caminan al lado de Mi Madre en la oración.

Estamos en un tiempo en donde todo está permitido, en donde la Gracia es posible y en donde la Justicia Divina también es posible.

Los invito a vivir en las estrategias del Plan, para que puedan estar en el camino correcto y en el momento correcto para dar el paso correcto, para así no retroceder, sino avanzar por medio del amor, de la devoción y de la fe, que pueden emerger de sus corazones.

Es por eso que Yo les ofrezco la Comunión Conmigo, todos los días, no sólo a través de la Eucaristía, sino también a través de la contemplación de Mi Santa Faz y de la adoración a Mi Preciosísimo Cuerpo Eucarístico.

Allí están las respuestas para sus vidas; está la claridad para sus confusiones; está la paz para su desasosiego.

Allí se encuentra la sabiduría para sus espíritus, y el Amor Eterno los puede impregnar profundamente, más allá de sus esencias.

Así podrán comprender, compañeros, cuán grande es el misterio del Amor infinito que Yo tengo por cada uno de ustedes, con el fin de que se establezca la Nueva Humanidad.

Vengan a Mi encuentro descalzos espiritualmente, dejando a Mis Pies todo lo que los acongoja, todo lo que los separa de Mí, que los hace frágiles en el camino del espíritu y de la materia.

Confíen en que todo es posible realizar a través de Mi Corazón, pues Yo deseo lo mejor para cada uno de ustedes, hasta que vea cumplirse la Ley de Dios en cada una de las criaturas.

Hoy vengo a traer, a la humanidad y para todos lo que no Me escuchan, el Don del temor de Dios.

El temor de estar lejos de Él, sobre todo de Su Amor Infinito. El temor de apartarse de Su Camino, porque el camino que el Padre les ofrece es un camino victorioso, lleno de Su Misericordia y de Su Gracia, para que también lo puedan vivir eternamente en el Cielo.

Este Don aún no es comprendido por la humanidad, porque ella es indiferente a ese Don.

Ustedes que están aquí, queridos compañeros, que saben lo que es el Don del temor de Dios, ayuden a Mis siervos que están perdidos a que reencuentren el sentido de sus vidas.

Por eso, ofrézcanme en esta Maratón todo lo mejor que ustedes Me pueden dar, que Yo llamo pequeños sacrificios, que son considerados por Dios como grandes metas en las almas valientes.

Esta Maratón debe ser dedicada, compañeros, a todos los que están lejos de Dios. A todas las esencias que pierden la oportunidad de formar parte de la nueva raza.

Hoy Me atrevo a decirles, compañeros, que imaginen lo que significaría que todas esas esencias perdidas en la superficialidad del mundo tomen consciencia, antes de su muerte, de toda la Gracia y el amor que perdieron durante mucho tiempo. ¿A dónde irán a parar esas consciencias?

Sólo la intercesión de sus oraciones hará que el amor venza, que la Ley de Mi Divina Misericordia se cumpla en cada una de ellas.

Porque tengo Misericordia por todos, sólo que la mayoría aún no se anima a que Mi Divina Misericordia penetre en lo profundo de sus seres.

Mientras esa Fuente de Salvación está abierta en la humanidad, también los invito a ser misericordiosos con sus semejantes, y a ofrecer actos de reparación por todos los que no lo hacen y, principalmente, se olvidan de lo que es amar de verdad.

Hoy vengo como el Sacerdote Mayor, como el Santo Corazón del Hijo de Dios, para invitarlos a seguir adelante en la fe, en la persistencia, en la valentía y en la alegría de saber que encontrarán el camino hacia Mi Corazón.

Que todos sus problemas, pruebas y desafíos estén fuera de esta Maratón, para que la acción de Mi Divina Misericordia se cumpla en ustedes, y salgan de aquí siendo otros como nunca lo hubieran creído antes, no reconociéndose a ustedes mismos.

Si confían en lo que les digo y ofrecen reparación a Dios, Mi Misericordia no solo estará con ustedes, en estos días, para concederles la expiación universal, sino también estará con aquellas esencias perdidas, que en esta vida aún no encontraron el Amor de Dios.

Para que esta obra se expanda en el mundo, deben dar nuevos pasos.

Hoy, Yo les muestro la escalera hacia el Universo para que puedan subir hacia nuevos destinos, en donde los aguarda la Voluntad de Dios renovada, que quiere hacerse carne y espíritu en sus consciencias.

Hoy vengo como ese Sacerdote Mayor que todo lo ofrece para la salvación de las almas, para que ellas siempre encuentren el sentido de sus vidas y estén apartadas de la ilusión y del error. Porque Mi único objetivo, compañeros, es que sean felices para siempre.

Hoy Me han ofrecido un altar sacerdotal, pues las flores inspiran el despertar de Mi Gracia. La simplicidad resuena en el Universo como una nueva nota musical que es emitida por las almas que Me adoran y Me aman.

Aquí está el testimonio eterno de su salvación: la Esencia Divina, haciéndose Cuerpo y Sangre, vino a liberar al mundo de todos sus pecados para que reinaran la paz, la Misericordia y el bien. Sean partícipes de esta cena renovadora.

Dichosos de aquellos que hoy están aquí presentes, que creen en Mis Palabras, porque no solo beberán de esta Fuente de Amor, a través del Cuerpo y de la Sangre de Su Señor, sino también serán bendecidos, durante estos días, por Mis grandes impulsos de Amor para que, finalmente, nazca la verdadera esencia en cada ser que hoy está aquí presente.

Recuerden Mi Última Cena, y hoy, cuando comulguen, revívanla, sientan cómo Mis Manos les entregan Mi Preciosísimo Cuerpo para que ustedes se alimenten de Mi Espíritu.

Así también, como Mis Manos les entregan el Cáliz para que beban de la Fuente del Amor y salgan renovados para siempre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.