Martes, 28 de agosto de 2018

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Jesús se sumergía todo el tiempo en la gratitud del corazón.

Para Jesús la gratitud era la regla primera que le permitía reflejar los destellos de un Amor vivo y verdadero.

Sin la gratitud que Jesús sintió todo el tiempo por Su Padre, Él no hubiera podido llevar adelante Su Divina Voluntad.

Porque la gratitud, en Jesús, le permitía, como hombre y como Mesías, confiar plenamente en los Misterios del Padre, aunque el mismo Jesús supiera parte de esos Misterios.

La Gratitud de Jesús traía para la humanidad la revelación declarada de Su ardiente Fe, una Fe que imprimía determinación y soberana autoridad al momento de proclamar el Evangelio.

El sentimiento permanente e inmutable de la Gratitud de Jesús, lo llevaba a conocer ampliamente los sentimientos más profundos y ocultos de Sus hermanos, si estos eran puros o impuros.

Este don del conocimiento profundo del ser humano que vivió Jesús, no era con el fin de juzgar, sino con el propósito de corregir las costumbres humanas, las que en tiempos pasados llevaron a la condenación espiritual de toda la humanidad.

La vivencia de la gratitud en Jesús lo llevaba, todo el tiempo, al camino del servicio por los demás y a la donación constante de Su Divino Ser, incluso por aquellos que lo repudiaban y lo negaban.

Jesús quiso demostrar que una de las principales bases del amor es la gratitud, hermanada con la unidad. Y que estos dos atributos, en la práctica sincera de la vida de los seres humanos, llevarán, sí o sí, a encontrar un sentido más elevado y superior sobre la misión personal del individuo y de los grupos de almas.

Jesús dejó la enseñanza de la gratitud como un mensaje constante para la transformación de la condición humana.

Tener gratitud significa comprender, más allá de uno mismo, que el propósito que Dios deposita en nuestras manos tiene un sentido mayor que aquello que podemos comprender y experimentar.

La gratitud nos lleva por el camino de la donación abnegada y espontánea; nos ayuda, como seres humanos, a vivir y a entender la vida desde otra óptica y desde otra escala.

La gratitud nos revela la bondad y la misericordia en todo, nos hace menos mezquinos y nos vuelve más considerados, atentos y disponibles con el semejante.

La gratitud le cierra la puerta a la soberbia, al reconocimiento de los espacios o de las tareas que creemos tener bajo nuestro poder.

La gratitud desmiente nuestras apariencias y nos conduce, dulcemente, por la senda de la Verdad.

Por esa razón, la gratitud que vivía y emanaba de Jesús era muy grande, al punto de que eran pocas las consciencias que podían alcanzar la verdadera y divina Persona de Jesús.

La gratitud lleva al rompimiento de las cadenas y de los atavismos; ella es el portal hacia nuestra verdadera libertad.

La gratitud nos recuerda la humildad.

¡Les agradezco por imitar la Gratitud de Jesús!

Los bendice,

Vuestro Maestro, Cristo Jesús