Jueves, 20 de julio de 2023

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN CANTABRIA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 21 DE JULIO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

¡Oh, Soberano Dios de la Vida!,
compadécete por las almas
que no corresponden a Tu Ley y a Tus Preceptos.

¡Oh, Señor de la Compasión!,
vierte sobre el mundo la Fuente de Tus Gracias;
haz que de los corazones más duros brote el amor y la paz;
convierte cada aspecto de esta humanidad,
a través de la humilde y simple entrega
de Tu Siervo, Jesucristo.

Adonai,
escucha la voz de Tu pueblo, que Te clama.

Emmanuel,
escucha el clamor de Tus Hijos
que sufren y padecen el caos de estos tiempos.

¡Oh, Fuente de Abba!,
ábrete incesantemente y expande Tu Luz
hacia todos los confines del universo,
para que las estrellas caídas también
se vuelvan a erguir, a levantar
y a formar parte de Tu firmamento sideral.

Escucha la Voz de Tu Hijo, Señor,
que clama en el silencio de Su Corazón,
que pide a través de Su simple oración,
así como Te lo pidió en el Huerto Getsemaní.

¡Oh, Sagrado Cáliz de la renuncia!,
ofrécete a las almas, a través de las santas manos
de los ángeles y de los arcángeles.
Que los corazones no teman beber
del amargo Cáliz del sacrificio, de la entrega y del amor.

Por los méritos alcanzados en la Última Cena
y en la transustanciación de Mi Cuerpo y de Mi Sangre,
Adonai, que los códigos del Amor y de la Redención
lleguen a todos los que más los necesitan.

¡Oh, Señor!,
no mires el pecado de la humanidad,
la indiferencia de muchos corazones,
la maldad de muchas naciones.

Que por la Cruz que se irguió
en lo alto del Monte Calvario,
como el nuevo Árbol de la Vida,
y que sustituyó el error de Adán y Eva,
a través del poder de la Misericordia insondable,
permite, Adonai, una y otra vez,
hasta el fin de los tiempos,
que los Rayos de Mi Insondable Corazón Eucarístico
se irradien al mundo,
a pesar de tantas tinieblas y pruebas.

¡Oh, Padre Misericordioso!,
haz que todos puedan sentir el Amor de Tu Ley
y no temer a la Ley.

Haz que todos puedan sentir
el Gobierno Soberano de Tu Espíritu
y no le teman a la Justicia;
porque Tú, Padre Amado, Me has revelado
en lo alto del Monte Calvario,
en el último momento de Mi expiración,
el profundo y eterno Amor que Tú tienes
por las almas que se unen a Ti,
en espíritu, en esencia y en comunión.

Por eso, Padre,
escucha la voz de Tu pueblo,
que cree en Ti y Te clama.

No permitas que la guerra se expanda en el mundo
y haga sufrir a más corazones inocentes
y a familias desprotegidas.

Porque, a pesar de que Mi hora se aproxima
para retornar al mundo, Adonai,
los corazones aún no están prontos,
y Tú, una vez más, Padre Amado,
Me llamas para que vuelva a Tu Reino,
para estar sentado a Tu derecha,
como Mi Santa Madre está sentada a Tu izquierda, Señor.

Pero Te pido, Te pido Adonai,
que le otorgues a Tu Hijo un tiempo más.

La Ley debe cumplirse.
La Ley debe concretarse.

Pero Te ofrezco, Emmanuel,
Elohim, Iod He Vaud He,
los méritos de Mi Dolorosa Pasión.
Una vez más Te los ofrezco,
en honor al Arca de la Santa Alianza
que une a todas Tus Reliquias, a todos Tus Tesoros
y especialmente a todas Tus Criaturas,
en la unidad del Espíritu, en la unidad de Tu Reino.

Adonai, Te ofrezco
cada momento vivido en el Calvario,
cada ofensa soportada, como hoy la soporto,
cada humillación recibida, como hoy Soy humillado,
cada dolor y sufrimiento impartido,
como hoy Mi Corazón es traspasado
por la fría indiferencia del mundo.

Pero Te pido esta Gracia, Adonai,
por aquellos que son más desprotegidos e inocentes.

¡Oh, Padre Amado!,
alivia la deuda espiritual de este mundo,
transfigura a esta humanidad
a través del sacrificio de Tu Santísimo Hijo, Jesucristo,
Rey del Universo y de la Paz.

Permíteme, Señor,
que Mi Corazón pueda ser saciado
por todas las almas que tienen fe en Mí.

Permíteme, Señor,
que Mi Luz poderosa y victoriosa,
la Luz del Amor Crístico,
llegue hasta los rincones más oscuros de las consciencias,
para que Tu Amor, una vez más, Adonai, pueda triunfar.

Tú ves, Señor, un mundo dividido y separado.
Tú ves, Padre, la familia siendo destruida,
perdiendo los principios de Tu Fuente
y de Tu Gobierno Espiritual.

Pero Yo He prometido, Adonai,
desde el Huerto Getsemaní hasta lo alto de la Cruz,
dar Mi Vida y Mi Consciencia,
dar Mi Espíritu y Mi Fuego hasta el fin de los tiempos.

¡Oh, Padre Celestial!,
que esta ofrenda justifique
todos los errores cometidos hasta el presente.

¡Oh, Gran Sacerdote Sideral!,
Adonai, Señor de los señores,
Padre de todos los padres de la Vida y de la Tierra,
reestablece Tu Sacerdocio Espiritual
en aquellos de Tus Hijos escogidos
para esta misión espiritual.

Que el Cáliz de la Luz y de la entrega,
de la renuncia y de la resignación de Tu Hijo,
sea el Terafín Espiritual
de toda la vida sacerdotal del planeta,
para que las ofensas cometidas
al Sacratísimo Corazón de Tu Hijo sean reparadas,
por el ofrecimiento de la Sangre de Cristo,
Poderosa e Insondable Sangre Espiritual,
que transfigura y libera el error.

¡Oh, Padre Celestial!,
dale fuerza y coraje a todas las madres del mundo,
especialmente a las madres de la guerra,
a las madres sacrificadas y abnegadas.

Dale fuerza a la maternidad espiritual de este mundo,
sostenido por el Cetro de la Madre Universal;
para que Tus Hijos, los hijos de las madres de esta Tierra,
correspondan a Tu Voluntad, Adonai;
y el pueblo de Israel se prepare
para recibir a Cristo en Su Retorno.

¡Oh, Padre!,
Padre de la Sabiduría y del Discernimiento,
Padre de la Verdad y de la Paz,
reúne, a través del Corazón de Tu Hijo, Jesucristo,
a todas las tribus de Israel,
y que el símbolo, que identifica a cada una,
las una con el Arca de la Santa Alianza,
para que el mal se disuelva en este mundo,
para que la crueldad y el martirio,
que viven muchos corazones, se detengan
y triunfe Tu Luz, Adonai,
en cada corazón que sufre.

Que las puertas de Tu Reino se abran,
que el perdón conceda la reconciliación,
y que la reconciliación establezca la paz,
tan urgente en estos tiempos.

¡Oh, Padre!,
el mes de agosto se acerca,
y aún los frutos, que He entregado en los últimos años,
no están maduros.
Pero sí están maduros la fe,
la confianza y el amor que Me tienen Tus Hijos,
por la presencia poderosa de Tu Amor, Señor.

No permitas, Adonai,
que las profecías se cumplan.

Yo vengo una vez más a renovar todas las cosas,
así como en el Calvario y por el peso del madero de la Cruz.
Vengo a renovar la vida de todos Tus Hijos,
sacramentándolos y bendiciéndolos
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Compañeros, Mi último tiempo se acerca, Mi última hora se aproxima, así como fue en la Última Cena, cuando su Señor fue entregado por Sus enemigos, por aquellos a los que les impartí Mi bendición.

Díganle al mundo que ya no ofenda a Dios, que los corazones se arrepientan de verdad, para que la puerta de Mi Misericordia se mantenga abierta hasta el último instante, hasta el último momento.

Hoy, desde estas montañas, vuelvo a bendecir al mundo y a la humanidad.

Hoy, desde los confines del universo, vuelvo a proclamar la grandeza de Mi Humilde Gobierno Espiritual, para que más tengan la Gracia de ser redimidos y liberados por Mi Amor Crístico.

El tiempo se acerca, el 8 de agosto se aproxima, y sus vidas y la vida de sus hermanos deben ser el símbolo del Infinito, hacia donde incesantemente son impulsados por Mi Gracia, por Mi Misericordia y por el Divino Propósito de cumplir en esta encarnación lo que vinieron a cumplir.

Por eso, ya no pierdan tiempo, ya no pierdan ni un minuto, ni un segundo; porque el mundo está en su propia agonía y desesperación, y no está preparado para el Apocalipsis. Pero, aquellos que con fe sigan al Pastor no perecerán, porque el Pastor los hará tener parte en el Reino de los Cielos, los hará apóstoles del fin de los tiempos.

Hoy, vengo ante ustedes, clamando esta poderosa oración del corazón, pero Dios ya tiene Su decisión tomada. Y, cuando el Padre está en silencio, Sus Hijos deben saber escucharlo, porque Su Silencio Sideral habla por sí solo.

Sigan orando con fervor, sigan esforzándose en el amor y en la compasión. Ya no permitan que ningún corazón más se cierre, que ninguna vida más sea descartada, que ninguna alma inocente sea víctima de la impunidad; porque Yo vengo con el Gobierno de los Cielos y del Universo, vengo con la Gran Luz del Corazón de toda la vida, de los soles y de las estrellas, de las galaxias y de todas las humanidades presentes en el cosmos.

Hoy, todas las almas suplicantes y toda la red suplicante se unen al Corazón del Rey y Pastor, que viene a definir la vida de Sus compañeros en estos últimos tiempos; Pastor que viene a buscar la respuesta de los que le dijeron sí en el universo. Y aquellos que no han podido corresponderme que ya no sientan culpa, hoy los libero con Mi Amor Celestial.

Levántense, así como María Magdalena fue levantada del suelo y le dije: “No peques más”.

Sé libre de ti mismo y vuela alto como las aves que vuelan en el cielo, alabando al Creador del Cielo y de la Tierra.

Da frutos en abundancia como las praderas y los campos.

Que tu vida sea un servicio incansable, venerado por los ángeles del Cielo.

Que tu transformación sea el tesoro que tú dejas a Mis Pies, porque yo nunca te dejaré solo ni sola.

Mi abrazo es para todos. Mi Amor es para toda la humanidad.

Que se cierren las puertas de la duda y de la incertidumbre.

Que renazca en los corazones la esperanza de estar en Cristo y por Cristo, siendo parte de esta historia que comenzó en el año 2013 y continúa hasta el presente.

¡Cuántos corazones han pasado por Mí!, pero ¿cuántos corazones se quedaron en Mí?

¿Dónde están Mis Gracias?, ¿dónde resuenan Mis tesoros?, ¿dónde ha quedado Mi Misericordia?

Sean testigos del Retorno de Cristo.

Que vengan a Mí los que están cansados.

Que vengan a Mí los que están enfermos de cuerpo y de espíritu.

Que vengan a Mí los que perdieron la paz.

Mírame a los Ojos, mira a Mi Corazón, fruto del Amor Redentor por las almas, Sagrario de Luz para los corazones, Fuente inagotable de Gracias y de Misericordias.

He aquí su Dios, su Padre Celestial, a través de Su Hijo, el Cristo.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

A pedido de Nuestro Señor, Jesucristo, acompañaremos de corazón una oración que fue entregada por Nuestro Señor hace un tiempo, que es la oración para todos los discípulos y apóstoles del final de los tiempos:


Si mi sufrimiento, Señor, aunque parezca pequeño,
sirve de alivio del sufrimiento de mis hermanos,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si mi vacío, sequedad, agonía y abandono de Ti
sirvieran de auxilio, de aliento y de alegría para mis hermanos,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si mi cansancio, desierto y aridez,
sirvieran para llenar el vacío, la aridez y el desierto de mis hermanos,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si mis noches de asedio, de batallas o de soledad,
sirvieran para dar fortaleza, ánimo y fe a mis hermanos,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si la falta que a veces siento de Ti, la ausencia de consuelo
y el aumento de trabajo agradaran a Tu Corazón herido,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si mi desesperación, mis tormentos y mis noches oscuras
ayudaran a salvar a las almas perdidas, abandonadas y no amadas,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Si no recibo amor y solo desprecio,
si no me siento comprendido y solo juzgado,
si en este momento no encuentro sentido de estar a Tu lado,
amado Cristo, que se haga Tu Voluntad, Señor.

Dame fuerza interior para no temer nada.
Dame valentía todos los días para aprender
a salir de mí mismo, cada día más.
Dame amor para aprender a amar y a aceptar al semejante,
porque si hasta ahora no siento nada,
si en esta noche de frío o en este día nublado
no consigo ver el Sol de Tu Corazón
y si esto sirve para que mis hermanos del mundo
consigan ver la Luz, el Amor y la Misericordia de Dios,
que se haga Tu Voluntad, Señor.

Solo espero agradarte en los pequeños detalles.
Solo quiero, Señor, ser un instrumento en Tus piadosas Manos,
para que en cualquier lugar de la Tierra
al que Tú me envíes Te puedan reconocer,
para que puedan sentir amor y esperanza,
para que así el sufrimiento, el dolor y el abandono
de los corazones desesperanzados sean aliviados
en honra a Tu Victoria Celestial.

Amén.


Que se haga Mi Voluntad en ustedes, así como la Voluntad del Padre se hace en Mí.

Yo les agradezco por abrirse a escucharme, por abrirse a sentir lo más íntimo de Mi Corazón.

Los amo y los bendigo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.