Sábado, 20 de mayo de 2023

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DURANTE EL SAGRADO LLAMADO

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, vengo a hablarles del origen de todo, del comienzo de este universo, originado en el Universo Espiritual, lugar de donde todas las esencias provienen, en donde toda la trayectoria fue construida, pensada y creada por los Grandes Padres Creadores.

Hoy, vengo con este impulso espiritual, ante la emergencia del planeta y la perdición de la humanidad.

Vengo a recordarle a cada uno de los Míos, quién es en verdad y por qué surgió de una Fuente tan amplia y diversa, que se refleja y se espeja en los amplios estanques del universo, espacios por donde ya pasaron antes de encarnar en este mundo tridimensional.

Por eso, sus almas conocen la trayectoria ampliamente, porque una vez ya vivieron los diferentes rayos y corrientes de este Universo Material.

Pero, antes de llegar a la razón por la cual hoy estoy aquí, vengo a recordarles el Origen de todo lo Creado, porque es el momento de mirar hacia ese espacio espiritual, porque la humanidad está distraída y también influenciada por todo aquello que cree que la hace evolucionar.

Por eso, coloquen su mirada interior en el principio y en el origen de la Fuente, en donde Dios comenzó a pensar, meditar y reflexionar sobre la existencia de muchísimos universos, hasta llegar a este universo concreto, que ustedes llaman tercera dimensión.

Por eso, vengo a hablarles de los mundos elevados porque desde los mundos elevados se emite el constante Pensamiento y Sonido de Dios, un eco eterno e inextinguible que muchas humanidades escuchan desde otrora; y ahora llegó el momento, antes de que se cumpla el Retorno de Cristo, de que las almas y las consciencias puedan despertar a ese Llamado, que no es algo concreto, es un Llamado profundamente espiritual que sus almas escuchan, porque una vez ya lo escucharon en el Origen del origen, de donde todo una vez surgió.

Por eso, el Padre Celestial, una Consciencia amplia y desconocida para muchos, es una Emanación Primordial, pero también es una Ley que se refleja en los tres estados de consciencia: espiritual, mental y material. Allí  fue donde Él colocó primero Su Pensamiento, pero antes colocó Su Contemplación y Su Mirada, porque Él deseaba ardientemente que a través de los Padres Creadores y de sus huestes angélicas se pudiera cumplir el Proyecto, no solo el Proyecto de esta humanidad, sino también el Proyecto de otras humanidades desconocidas.

Por eso, Él les pidió a los Creadores que pensaran en crear dimensiones, planos y profundos espacios para que la vida espiritual de la Fuente se pudiera expresar en los tres planos de consciencia, hasta que esa vida eterna e infinita fuera concreta, sentida por el corazón humano, percibida por la mente y sobre todo por el corazón. Para que esa vida espiritual y eterna, que proviene de la Fuente, se pudiera expresar, un sistema de evolución espiritual tuvo que ser creado, y esto estuvo a cargo de los arcángeles.

De Su Corazón, el Padre Eterno les emitía los impulsos a Sus Hijos, los Creadores. Y, cuando eso comenzó, el Proyecto comenzó a concretarse.

Pero hubo uno de ellos que quiso ser más grande que el Creador, más grande que el Padre Eterno. Y ese ángel caído, por su propia soberbia y arrogancia, se apartó del Amor y, al apartarse del Amor, se alejó de la Luz verdadera, que no lo alumbra desde hace mucho tiempo.

Por eso, Mi gran promesa no es solo la redención del mundo, sino también la redención del ángel caído, porque por más que él haya desviado los Planes de Dios por su gran desobediencia; el Padre, que es único e inextinguible en Su Amor, en Su Sabiduría y en Su Consciencia, no deja de amar a quien creó desde el origen.

Por eso, a través de los tiempos, el Único, en Su Fuente Primordial, vio el desarrollo de los acontecimientos de la vida evolutiva en el universo y en este planeta. Muchísimos fueron los errores, pero grandiosas fueron las victorias y los aciertos de todos los que se adhirieron a la Divina e Insondable Voluntad, de todos los que permitieron, a través del universo y de los tiempos, ser parte de la Gran Sabiduría Cósmica.

En el Proyecto de Dios, en Su origen y en Su principio, nunca hubo errores; pero, en aquel tiempo, cuando los Creadores pensaban en la manifestación de la vida en los universos y en los diferentes planos de consciencia, incluso en el plano material, fue cuando el ángel caído se desvió.

¿Cómo podrían pensar que un ángel, tan elevado en el principio, quiso ser más grande que Dios?

Allí comenzó la oscuridad, porque la oscuridad fue gestada por la falta de amor y de fidelidad. Pero el Padre no bajó Sus Brazos, no descansó; al contrario, entregó Su Espíritu, entregó Su Consciencia y, sobre todo, entregó Su Amor en la Sagrada Encarnación de Cristo.

Él escogió, dentro de tantos Proyectos, a este planeta para poder encarnar como un hombre simple y humilde a través de Jesús de Nazaret.

Así, Él expandió Su Consciencia en la manifestación de Su Segunda Persona, porque Él sabía que después de la entrega de Cristo en la Cruz, no solo Su propio Ser enmendaría y justificaría todos los errores del género humano desde Adán y Eva hasta el presente, sino que Él también podría manifestar Su Tercera Persona por medio del Espíritu Santo, encarnado en la Consciencia de María.

Por eso, Su gran estrategia y operación desde el principio fue silenciosa y anónima. Un Gran Dios como el que está en las alturas, inmenso en Amor, grandioso en Humildad e infinito en Misericordia, nunca podría haber encarnado con honores y honras, aunque los ángeles del Cielo lo supieran en secreto.

Por eso, Él vino como Cristo a corregir al mundo, no con una ley severa, sino con la expresión de Su Amor Misericordioso; porque sabía, desde el principio de la caída del creador desobediente, que las almas se perderían a través de los tiempos.

Por eso, este momento actual de la humanidad es el gran momento de la inflexión planetaria, pero también es el gran momento de la oportunidad cósmica para que, a través del despertar de los que se ofrecen a Cristo, se pueda generar el gran acontecimiento de la reconstrucción de la humanidad a nivel espiritual, mental y material; y más aún, todo esto pueda generar, por la adhesión y la fidelidad de los seguidores de Cristo, Su Gran Retorno al mundo para poner fin al mal y así volver a restablecer la Ley de la Vida, que está siendo interrumpida por las ideologías y por la falta de consciencia de gran parte de esta humanidad.

Cuando les hablo de que es el momento de volver al origen, no les hablo de algo inalcanzable, sino les hablo de algo consciente, de la oportunidad de volver a estar en la Ley para poder estar bajo la Sabiduría y el Amor de Dios, así como lo intentó muchas veces el pueblo de Israel.

Si esa vivencia de la Ley en ustedes es verdadera, y también simple, bajo la obediencia y la lealtad a Dios, los planes del adversario caerán por su propio peso. Ya no será necesario el sacrificio o la muerte, el aborto o la división de las familias a través del bombardeo de las comunicaciones.

Es necesario retornar al origen para comenzar de cero. Eso fue lo que intentó uno de los Adanes en el principio, en el Génesis. Y aunque esto no resultó, el Padre Eterno lo volvió a intentar, porque por Su Infinita Misericordia no se rindió con este Proyecto de la humanidad, capaz de tener un contacto profundo con Él, pero también capaz, en estos tiempos, de destruir ese propio contacto espiritual con Él por todas las interferencias e influencias de estos tiempos.

En esta reflexión y Mensaje que hoy les traigo, Yo les pregunto: ¿Son conscientes de la importancia de retornar a sus orígenes y no ser títeres de Mi enemigo?

Este es el tiempo de tomar una decisión, y también es el tiempo de dar un paso maduro para preparar las bases espirituales del Retorno de Cristo.

Y, ante el Universo de Dios y también ante sus almas, Yo encuentro aquí una respuesta, un esfuerzo verdadero por seguirme, aunque su Maestro y Señor sea muy exigente; porque lo que Yo les preparo a ustedes, para el futuro, es desconocido.

Yo les traeré tesoros desde Andrómeda, que nunca vieron. Los compartiré con ustedes, así como les He compartido muchas veces Mi Cuerpo y Mi Sangre por el fin de los tiempos y, sobre todo, por el surgimiento de la Nueva Humanidad; y no será necesario recordar más el sacrificio de Cristo, porque por sus propios sacrificios, esfuerzos, renuncias y entregas, darán mérito ante Dios y justificarán los errores propios y los errores del mundo, sobre todo los grandes errores de la sangre derramada de los inocentes.

Para que esto no suceda más, Yo vengo a recordarles sus orígenes; porque en sus orígenes, es decir, en sus estanques cósmicos, está el Proyecto de los Nuevos Cristos, que prepararán la Tierra en el fin de los tiempos por medio de su purificación y de su transformación para que el Rey del Universo retorne en gloria, y con Él no solo todos los ángeles, los santos, bienaventurados y ascendidos, sino también todas las Reliquias que dieron origen a esta Creación, que espero exponer junto al Arca de la Santa Alianza.

Y en esa hora, en ese momento, todo podrá comenzar de cero. Nadie más recordará su sufrimiento y su dolor. Nadie más le tendrá miedo a la muerte, porque no será necesario morir.  

La Luz de Mi Retorno les traerá la resurrección a sus cuerpos y a sus espíritus; y así, como fue en los tiempos antiguos, vivirán en la Eternidad, en la presencia del Sagrado Paraíso Espiritual que volverá a concebir el Edén en el mundo.

Si tienen fe en Mis promesas, sus vidas podrían ser Mis propias promesas, aunque en este momento les parezca imposible; porque si la Palabra de Dios está aquí, Su Ley está aquí y así Su Ley se cumple en el Cielo y en la Tierra, en lo más profundo del mundo interior y en lo más externo de este universo.

Nadie puede boicotear la Ley de Dios, porque Su Ley es pura e inmaculada, así como es pura e inmaculada Su Manifestación Trina, a través del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Aún llegarán tiempos difíciles y la mayoría vivirá situaciones desconocidas, pero quien está en Mí siempre tendrá vida eterna y no perecerá, solo si en verdad está en Mí y Yo en él; y estando Yo en él y en cada corazón, estarán Conmigo en el Padre y no habrá a qué temer; porque llegará el momento de que sean pilares, columnas sólidas de la Luz que, a pesar de temblar la Tierra, el cielo o aun el universo, ustedes no agonizarán si confían en Mí.

Pero aún necesito servirme de algunas almas para que padezcan Mis sufrimientos y Mis dolores. Esas almas Yo las escojo en el más absoluto silencio y les hago saber que, en el anonimato, se encuentra la gran llave del sacrificio del Amor, de las almas víctimas del Amor de Cristo.

Por eso, hoy también vengo a ofrecerles, a través de Mi Iglesia Celestial, el Santísimo Sacramento del Altar, para que esta Gracia desconocida por el mundo prepare el advenimiento de los Nuevos Cristos que debe ser ahora, prepare la condición espiritual para que sus almas y espíritus retornen en consciencia a los orígenes.

Así, una vez más a través del Sacrificio del Altar, en donde el pan y el vino se convertirán en Mi Cuerpo y en Mi Sangre, vengo a renovar la vida de todos, bajo la efusión del Espíritu Santo que les trae el impulso de Sus Dones y Gracias a aquellos que los necesitan y que aspiran por ellos.

Así, a través de Mis Palabras limpio sus corazones, preparo sus templos internos para que Yo pueda volver a entrar, para que salgan de aquí renovados, conscientes y más disponibles para lo que Yo necesito que vivan y que apoyen; porque no serán muchos Mis apóstoles del fin de los tiempos, pero los pocos que sean serán de verdad.

¿Será que se están postulando para esto?

No deben darme la confirmación ahora. Yo les dije una vez: “Por sus frutos los conocerán”.

Celebremos en la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para que la Gracia de la valentía descienda sobre los Míos, y les conceda a los corazones el ímpetu y la fuerza de la determinación, para hacer lo máximo y hasta lo imposible por Cristo, hasta que duela en los propios huesos, por un solo fin: el triunfo de Mi Amor en la humanidad.

Y para que el mundo no aborte su propio Proyecto, recemos:


Adonai,
Padre de la Bondad, de la Sabiduría y de la Misericordia,
escucha la Voz de Tu Hijo Amado,
que incansable se presenta una vez más al mundo,
para que Tu Gran Llamado Cósmico sea escuchado por todos.

Padre Amado,
que Tu Palabra y Tu Amor resuene en los corazones,
que las almas perdidas resuciten en espíritu
y que la Sagrada Familia Universal se constituya
en honor y en gloria a Tu Infinita Presencia,
hasta el cumplimiento de los Mil Años de Paz.

Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Cristo dijo que aprendimos muy bien, como fue en el Monte de las Bienaventuranzas así debe ser siempre.

Vamos a prepararnos para este sagrado momento. Y, a pedido de Cristo, vamos a invocar los Sagrados Nombres de Dios, para que todas las manifestaciones del Padre Eterno desciendan en este momento, inunden a las almas de Gracia y de Amor, de Consolación y de Misericordia y, así en esta ceremonia, abramos las puertas de la Iglesia Espiritual de Cristo, hoy presente en los cielos de Brasil, a fin de fortalecer el Propósito de las almas y de este país, a fin de aliviar el corazón del ángel de Brasil a través del ofrecimiento de nuestros ángeles de la guarda.

A pedido de Cristo, nos prepararemos para este ofrecimiento interior, para que seamos dignos de celebrar este Sacramento, merecedores de Su Misericordia, de Su Paz y de Su Perdón.

Cantemos, ante la Presencia de Jesús y de Su Sagrado Corazón.


Canción: Nombres de Dios – Canon n° 1


Ante el Sagrado Corazón de Jesús, ante la fuente infinita del Amor y de la Misericordia de Cristo, nos preparamos junto al Maestro para este sagrado momento, en el que Él viene a compartir con nosotros, por una vez más, Su Cuerpo y Su Sangre.

Y ante el Gran Altar de la Iglesia Celestial, celebramos.

Después de que Él purificó nuestro corazón y preparó nuestro templo interior, para poder volver a recibirlo en júbilo y alegría, le ofrecemos nuestra vida, así como le ofrecemos estos elementos que se convertirán en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.

Y elevamos nuestra más pura intención hacia estos Altares Celestiales a través de nuestro ángel de la guarda. Por un momento, nos unimos a él en silencio; así como todos los ángeles en este momento se unen a Cristo; y aspiramos, en nombre del Señor, a que nuestra vida y la vida de nuestros hermanos puedan ser el testimonio que Cristo espera dentro del Arca de la Santa Alianza.


Por eso, vuelvo a consumar este momento en memoria del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y que les vuelve a otorgar Su Paz. Hoy, en memoria de ese sagrado momento en el Cenáculo, vuelvo a reunir a Mis apóstoles y seguidores del fin de los tiempos para celebrar este momento de unión con Mi energía crística.

Por eso, en el nombre de Dios, vuelvo a elevar el pan que hoy ustedes Me ofrecen, para que Dios lo reciba en Su Reino y por medio de Su Amor Consolador y bajo la intercesión de los ángeles y de los arcángeles presentes, de todos los que guardan el Arca de la Santa Alianza, Él lo convierta en Mi Glorioso Cuerpo y acepte la oferta de los Míos.

Así, lo vuelvo a partir y a compartir con todos, volviéndoles a decir: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que se entregó por amor a ustedes. Este es el Sagrado Cuerpo de Jesús que libera las faltas del mundo y los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Reverenciemos el Cuerpo Eucarístico de Cristo, en Presencia del Sagrado Corazón de Jesús; así como los ángeles reverencian y adoran la Presencia de Cristo en el Sagrado Altar.


De la misma forma, vuelvo a tomar el Cáliz con Mis Manos por la redención de todo el género humano y del planeta y, en nombre de todos lo elevo al Padre, recordándoles el sacrificio del último Cordero, Aquel que fue inmolado y se entregó por ustedes, pidiéndole al Padre que transustancie este vino en Mi Preciosa Sangre, por medio de la intervención de los ángeles y arcángeles presentes, de todos los testigos y de los ángeles de la guarda.

Así, lo vuelvo a ofrecer a los Míos por Amor, diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la nueva y eterna alianza entre las almas y Dios, la Sangre que se derramó y se sigue derramando espiritualmente por el mundo a través de las Cinco Poderosas Llagas de Jesús, para la remisión de todas las faltas. Vuelvan a hacer esto en Mi memoria y en Mi Presencia, porque Yo ya estoy retornando”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Reverenciamos.


Para ser parte Conmigo de este Misterio de Amor, presente y vivo en la Eucaristía y en el Sagrado Cáliz, vuelvo a pedirles que se unan a Mí en oración, para que este planeta y humanidad sean ayudados y, especialmente, las causas imposibles se reviertan en todos los corazones que sufren.

Volvamos a implorarle a Dios por Su Misericordia y por Su Gracia, y en unidad interna con todos los ángeles del Cielo cantemos el Padre Nuestro en arameo.


Canción: "Padre Nuestro" en arameo.


Que descienda la Paz de Dios.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y con fe, le decimos a Cristo:

Señor, Yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.

Y así como Cristo en este momento nos otorga Su Paz, nos damos el gesto fraterno de la paz: “La Paz de Cristo”.

En este momento, como Nuestro Señor nos enseñó, vamos a anunciar la Comunión Espiritual de todas las almas con Cristo.    

Quien está en Dios nada teme.
Quien está en Dios no retrocede.
Quien está en Dios vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
 (dos veces)


Les doy Mi Paz y Mi Fuerza interior para que sean Mis testigos en el fin de estos tiempos, apóstoles de Mi Divina e Insondable Misericordia.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!

En este encuentro, Te honramos, Señor. 

Les agradecemos a todos los que nos acompañaron, y nos recogemos en Cristo hasta el día de mañana para volvernos a encontrar con nuestra Madre Santísima.

Gracias a todos.